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El mestizaje se impone desde la cultura de tal forma que compartir es clave para el modelo de desarrollo social. Aportar todos aquellos diferenciales positivos que tenemos en la construcción colectiva de alternativas exige la apertura, para aprender y para enseñar

La economía del mestizaje es seguramente la única que realmente se puede alinear a un mundo global que cada día es más pequeño. Posiciones beligerantes que buscan preservar pequeñas reservas donde cada uno tiene su espacio y es reconocido en él, donde las reglas del juego están establecidas, se intentan hacer fuertes frente al mestizaje que es el nombre de lo que será. Nada tienen que hacer, de nada les ha de servir el reglamento de su tablero de juego o la jerga que se hubieran construido, porque sus problemas son el aislamiento y que su objetivo hace ya tiempo que fue abandonado por la preservación de la herramienta, del proyecto.

La parte más negativa de estos procesos egocéntricos es la búsqueda de la oposición como vía de reafirmación. Ser desde la diferencia que justifica la oposición. Oponer el desarrollo tecnológico al social, el financiero al ambiental, la ciudad al pueblo, mi modelo al tuyo, como vía para preservar mi espacio es el principio del fin.

El mestizaje se impone desde la cultura de tal forma que compartir es clave para el modelo de desarrollo social. Aportar todos aquellos diferenciales positivos que tenemos en la construcción colectiva de alternativas exige la apertura, para aprender y para enseñar. Las diferentes partes se alinean en la definición de un resultado que aporta valor compartido.

En los últimos años ha quedado evidente que lo económico y lo social no tenían más opción que fundirse en proyectos que aportaran buenos resultados en ambos campos, que acabarán siendo uno. Aún no se ha conseguido imponer esta realidad y ya se amplia. Podemos ver como la diversidad más completa debe entrar en la órbita de la colaboración para la sanación del planeta y la sociedad.

La sostenibilidad de la vida es la resina que ha de unir todas las partes. El PARA QUÉ general que se crea con muchos específicos que le dan cuerpo y forma.

La vuelta a los objetivos originales, reduciendo el peso del mantenimiento de la herramienta, exige compartir el esfuerzo y el resultado con otros muchos.

Volver al objetivo fortalece los proyectos y a las personas. Posibilita renovar principios desde los que reordenar nuestros pensamientos y nuestros actos. Principios individuales que serán colectivos en la medida en la que se muestren desde hechos y compromisos reales con la vida.

Sea este artículo una invitación a la generosidad y empatía para todos. Una invitación para alcanzar la cooperación y el mestizaje colectivo.

Raúl Contreras

NITTÚA

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OpiniónPolítica

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