Explicamos la teoría. La sintetizamos y tratamos de ejemplarizarla. Buscamos las palabras que más se ajusten a lo que queremos transmitir. Aplicamos el sentido común para ajustar el mensaje. Y al final conseguimos que nuestro oyente nos entienda, aprenda y muchas veces nos aporte observaciones o ejemplos de RSC que nosotros mismos no nos habíamos ni planteado.
El desconocimiento sobre la importancia de la RSC adquiere cierto nivel de gravedad cuando nuestro interlocutor es una persona que ha recibido una formación académica. Decimos esto porque si bien las materias de gestión empresarial han situado la RSC como un pilar fundamental de los procesos estratégicos y directivos de una empresa también es necesario que se realice formación para el público, que premia y reconoce dichas acciones, afine sus exigencias.
Las acciones de RSC tienen que ser sencillas y basadas en el sentido común para que el público le otorgue el valor que pretendemos. Pero no estaría mal difundir conocimiento sobre la propia materia. De esta manera se nos exigiría a los profesionales una evolución y una mejora constante en la disciplina.
Entre las características fundamentales de la RSC de calidad están la transparencia, la utilidad pública y la economía real. Precisamente por esto, proponemos impulsar la incorporación de estos factores en los planes de RSC. Una correcta comunicación sobre las acciones de RSC requiere feedback de la población a la que van dirigidas. La capacidad crítica de una sociedad con consumidores cada vez más responsables nos da la oportunidad de mejorar constantemente. Sin embargo, para que las buenas practicas dejen de ser una excepción hace falta divulgar, formar y llegar a cada vez mas empresas que se sientan responsables y decididas a mejorar su impacto en la sociedad.