La reflexión del ultimo Nobel de Economía, Angus Deaton ("El gran escape", 2015), seguramente coincide con nuestros deseos y, para conseguirlos, hemos votado repetidamente; pero volvemos de vacaciones o repasamos las bondades que le hemos pedido a los políticos y nos damos cuenta de que, después de prometernos todo/nada, han fracasado estrepitosamente y no hay manera... Sus desvaríos y sus silencios están llenos de huecos porque se han comprometido a todo y a mucho mas, aunque probablemente ni se acuerden cuando llegue el momento, ocupados como están en que sus partidos (y algunos de sus líderes) no parezcan los malos de la película, en trazar lineas rojas que no se creen ni ellos mismos; y en hacer teatro, mucho teatro, amagar y no dar, posturear, defraudar a los ciudadanos y alcanzar acuerdos incomprensibles en los minutos de descuento cuando los que mandan de verdad les envíen un postrer ultimatum: "Tenemos ahora una clase superior global que toma todas las grandes decisiones económicas y lo hace con total independencia de los Parlamentos y, con mayor motivo, de la voluntad de los votantes de cualquier pais dado", escribió en 1999 el filosofo neoyorquino Richard Rorty. La actual falta de legitimidad democrática de poderosas instituciones provoca una enorme desesperanza y está en la base de la corrupción, la desafección y la falta de transparencia que nos invade. Los políticos parecen olvidar que se deben a los ciudadanos y que su primera obligación es ser decentes.
Muchos dirigentes políticos, también empresariales, da igual su clase y condición, se han dejado atrapar por el poder y las vanidades del cargo, del que deberían ser transparentes servidores. El poder por el poder es su mantra cotidiano, y han olvidado que ocupan sus puestos para gestionar la enorme fuerza transformadora que, en su propia esencia, encierran la empresa y la política. Y mienten, entre otras razones, porque están acostumbrados a mentir de forma reiterada y sistemática, y a transformar los hechos en retórica. Negar la verdad o mentir es siempre una falta de respeto, pero así es la condición humana. Koyré dejo escrito que el hombre ha mentido siempre, "se ha engañado a si mismo y a los otros. Ha mentido por placer, por el placer de ejercer la sorprendente facultad de decir ´lo que no es´ y crear, gracias a sus palabras, un mundo del que es su único responsable y autor". Cuando hace mas de setenta años Orwell escribía que "decir la verdad es un acto revolucionario", probablemente estaba pensando -visionariamente- en esta época nueva que nos ha tocado vivir, llena de paradojas y contradicciones. Un tiempo en el que la sociedad se ha vuelto liquida y en la que los humanos, confundiendo progreso con velocidad, buscamos atajos desesperadamente y nos aferramos a un egoísta estilo de vida que nos ha hecho perder humanidad y sumergirnos en la corrupción y en la desigualdad, dejando a un lado la utopía y olvidando el supremo valor de nuestra propia existencia.
Hoy no padecemos solo la crisis del sistema capitalista, sino -como decía Sábato- de toda una concepción del mundo y de la vida basada en la deificación de la técnica y la explotación del hombre. Por eso los políticos nunca cumplen sus promesas electorales; al fin y al cabo se trata sólo de ofertas que ningún partido/gobierno es capaz de concretar porque, desde el siglo XVIII, esto del bienestar lo recogen sin demasiado éxito y como principio inspirador todas las constituciones del mundo, y el articulo 13 de la española de 1812 lo incluyó expresamente como obligación: "El objeto del Gobierno es la felicidad de la Nación, puesto que el fin de toda sociedad política no es otro que el bien estar de los individuos que la componen".
Hay que exigir la recuperación de los valores éticos que hemos abandonado por el camino y el cumplimiento responsable del deber, y refugiarnos en la Educación, la fuerza espiritual que lidere el cambio huyendo de privilegios y ofreciendo igualdad de oportunidades, "porque a fin de cuentas/ lo que hay es ignorancia de la ignorancia/ y manos ocupadas en lavarse las manos", como escribió la Nobel Wistawa Szymborska en su ultimo y hermoso poemario "Hasta aquí"
Septiembre 2016.