“Al final, la gente hace aquello para lo que le pagan”, decía Kenneth Andrews, un mítico profesor de la Harvard Business School, hace ya muchos años. Si pagan a las empresas por conservar a los mayores, lo conseguirán, claro, peroseguramente será a costa del empleo de jóvenes, o de los de mediana edad. El Estado no debería gastar el (escaso) dinero que tiene para conseguir objetivos parciales, discutibles.
Lo primero es preguntarse: ¿por qué las empresas no tienen interés en conservar a sus empleados de más edad? Posiblemente, porque les salen muy caros: su productividad no crece a la velocidad de la de los jóvenes, les falta formación para los nuevos empleos, quizás sus jornadas no son las adecuadas. Ahí es donde habrá que actuar.
Y, ¿qué pensará un empleado de más edad, si su jefe le dice: te iba a despedir, pero como me dan ventajas para mantenerte, no te despediré? Seguramente dirá: ¡qué socialmente responsable es mi empleador! ¿Sí?