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La primera vez que escuché hablar del efecto cheerleaders (animadoras) o paradoja de las damas de honor, fue de boca de Barney Stinson, el misógino personaje de la serie “Cómo conocí a vuestra madre“.  

Aunque como estandarte del feminismo deja mucho desear, reconozco que el madurito Dr. Doogie Howser tiene razón al afirmar que un grupo de personas, sólo por estar en grupo, aumentan su atractivo.  Es más, el efecto cheerleader aplica a todo lo que hacemos, no sólo a tomarnos selfies con amigos para conseguir máslikes en Instagram.

Y tiene su base científica.

Lo que “vemos” no siempre es un reflejo de lo que tenemos en frente. Nuestra percepción de la realidad está llena de filtros (si, tal cual como los de Instagram), que nos ayudan a adaptar aquello que tenemos en frente para que encaje con nuestras ideas preconcebidas sobre cómo deben ser las cosas.  Es lo que sucede, por ejemplo con lailusión Ebbinghaus, en la que percibimos un punto como más pequeño o más grande, dependiendo del tamaño de los puntos que le rodean. La realidad es que los dos puntos naranja tienen el mismo tamaño.

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 Es una adaptación evolutiva que nos han permitido llegar a donde estamos  y que se puede resumir en tres procesos cognitivos relacionados con la visión:

  1. - Cada vez que vemos un grupo de objetos – un conjunto de puntos o de rostros-, nuestro sistema visual analiza la información del conjunto -no de sus individuos- incluyendo su tamaño promedio, su posición relativa o incluso la emoción que transmiten colectivamente. Aunque el grupo contenga individuos, de forma natural los percibimos como un equipo y formamos nuestras impresiones sobre la base de ese conjunto en su totalidad.
  2. - La impresión que nos hacemos del grupo, en su conjunto, influencia nuestra percepción de un individuo perteneciente al mismo.  Por tanto, vemos a dichos individuos más parecidos al conjunto de lo que realmente son.

  3. -Consideramos que los individuos más atractivos son aquellos que encajan mejor con nuestra visión del conjunto.  Es lo que pasa con los rostros generados con la superposición de cientos de retratos reales.

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Conclusión, en grupo es más fácil ocultar nuestros defectos y resaltar nuestras cualidades. 

Nada nuevo. Sin embargo, parece que tendemos a olvidarlo; principalmente,  porque vivimos en entornos muy competitivos que priman el éxito personal por encima del trabajo de equipo. 

Individualmente es posible completar tareas retadoras y resolver problemas con alternativas creativas.   Pero los equipos son capaces de conseguir resultados de forma eficiente y a más largo plazo, incorporando esas cualidades de cada miembro para crear las mejores soluciones, cumpliendo ampliamente con los objetivos que se plantean y siguiendo estrategias más sostenibles.  Los equipos generan un entorno de apoyo mutuo, mantienen la motivación y gestionan mejor los conflictos.  

El efecto cheerleader no sólo hace que un grupo se vea más atractivo, también es la alternativa para que cada persona tenga la oportunidad de ofrecer sus cualidades únicas y así mejorar el resultado global.

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Referencias:

The Cheerleader Effect.  Scientific American.  http://www.scientificamerican.com/article/the-cheerleader-effect/ 

Meet the world’s Mrs Averages: Scientists blend thousands of faces together to reveal what the typical woman’s face looks like in 41 different countries from around the globe. Daily Mail.http://www.dailymail.co.uk/news/article-2435688/The-average-woman-revealed-Study-blends-thousands-faces-worlds-women-look-like.html#ixzz38KOdYxYV 

Teamwork. http://en.wikipedia.org/wiki/Teamwork

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