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Este 5 de noviembre se celebra el Día Mundial de las Personas Cuidadoras, una fecha para reconocer el papel esencial —aunque a menudo invisible— de quienes sostienen la vida cotidiana. En un contexto de crisis climática, desigualdad y envejecimiento poblacional, repensar los cuidados como eje del desarrollo sostenible se vuelve urgente.
Cuidar para vivir, el pilar invisible del desarrollo sostenible

El cuidado es la base que sostiene nuestras sociedades, pero sigue siendo uno de los trabajos más infravalorados y precarizados. Con motivo del Día Mundial de las Personas Cuidadoras, que se conmemora cada 5 de noviembre, organismos internacionales, entidades sociales y movimientos feministas recuerdan la necesidad de situar los cuidados en el centro de las políticas públicas y del modelo económico, si se quiere avanzar hacia un desarrollo verdaderamente sostenible.

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), más de 2.000 millones de personas en el mundo necesitan algún tipo de cuidado, una cifra que aumentará en las próximas décadas por el envejecimiento de la población. Sin embargo, la mayor parte de estas tareas —ya sean remuneradas o no— recae sobre las mujeres, quienes dedican tres veces más tiempo que los hombres a cuidar, según datos de ONU Mujeres.

La pandemia de COVID-19 evidenció el valor estratégico de estas tareas: sin cuidados no hay salud, educación ni economía posible. Pero también mostró las desigualdades estructurales que afectan a quienes los realizan, desde trabajadoras domésticas sin protección social hasta familiares que asumen solas la carga emocional y física del acompañamiento.

Desde el ámbito de la sostenibilidad, cada vez más voces reclaman un cambio de paradigma. “No podemos hablar de desarrollo sostenible si seguimos priorizando el crecimiento económico sobre el bienestar de las personas y del planeta. Poner la vida en el centro implica reconocer, redistribuir y dignificar los cuidados”, señalan desde la Red de Economía Feminista.

Iniciativas impulsadas por Naciones Unidas y por la Comisión Europea apuntan en la misma dirección: la transición ecológica y justa debe incluir también la transición hacia sociedades del cuidado, en las que el tiempo, la energía y los recursos se orienten a sostener la vida en todas sus formas.

Reconocer a las personas cuidadoras  no es solo un acto de justicia social, sino una condición indispensable para construir economías más humanas, resilientes e inclusivas. Este 5 de noviembre, el llamado es claro: cuidar es un derecho, una responsabilidad colectiva y la clave del futuro sostenible que queremos.

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