España ha sido devastada por lluvias e inundaciones sin precedentes, con decenas de vidas perdidas y cuantiosas pérdidas económicas en la Comunidad Valenciana, la región más afectada. Esta catástrofe, provocada por una Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA), se suma a una serie de eventos extremos atribuidos al cambio climático. Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), este fenómeno no es un caso aislado y pone de manifiesto la necesidad de intensificar la lucha contra el cambio climático.
La AEMET registró niveles de precipitación históricos en localidades valencianas, como los 491 litros por metro cuadrado en Chiva, una cantidad equivalente a las lluvias de un año, que se acumuló en tan solo ocho horas. Ante el desastre, el gobierno español ha decretado tres días de luto y ha desplegado un plan de emergencia. Imágenes impactantes de vehículos arrastrados por el agua y personas en busca de refugio han conmovido al país, mientras que decenas de miles de personas se encuentran sin electricidad y con infraestructuras de transporte colapsadas.
Las lluvias extremas en España coinciden con una tendencia global: a medida que la atmósfera se calienta, la cantidad de vapor de agua aumenta, intensificando las precipitaciones y los eventos extremos. Omar Baddour, responsable de Vigilancia del Clima de la OMM, advierte que la tendencia irá a peor si no se reduce el calentamiento de los océanos y la acumulación de humedad en la atmósfera. Este aumento de temperatura hace que cada DANA sea más violenta y frecuente, convirtiéndose en un riesgo creciente para las comunidades y sus economías.
Para mitigar estos riesgos, la OMM ha enfatizado la importancia de la iniciativa Alerta Temprana para Todos, que busca anticiparse a desastres climáticos y salvar vidas mediante sistemas de alerta eficientes. Sin embargo, prevenir tragedias futuras requiere también acciones concretas contra el cambio climático: la reducción de emisiones y la adopción de políticas de adaptación para proteger a las comunidades vulnerables.
