Durante el último siglo, la planificación urbanística y los paradigmas de movilidad han priorizado el uso de vehículos a motor, dejando en segundo plano tanto a las personas como al medio ambiente. En España, más del 68% del espacio público en las ciudades está destinado a automóviles, lo que ha tenido profundas implicaciones para la calidad de vida de sus habitantes. A medida que el planeta enfrenta una crisis ambiental y climática sin precedentes, se vuelve urgente adaptar la forma en que nos movemos y gestionamos los espacios urbanos.
El transporte es una de las principales fuentes de contaminación en las ciudades, responsable de más del 25% de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial. En España, el uso masivo de vehículos a motor no solo contribuye al cambio climático, sino que también deteriora la calidad del aire, afectando gravemente la salud de la población. Las altas concentraciones de partículas finas y gases tóxicos, como el dióxido de nitrógeno, aumentan los casos de enfermedades respiratorias y cardiovasculares, y reducen la esperanza de vida. Estas consecuencias, especialmente visibles en los sectores más vulnerables de la sociedad, como niños, personas mayores y quienes padecen enfermedades crónicas, subrayan la necesidad de avanzar hacia un modelo de movilidad más sostenible.
Los ayuntamientos, actores clave del cambio global
En este contexto, los ayuntamientos, grandes y pequeños, se posicionan como actores clave en la transformación de nuestras ciudades hacia un futuro más saludable. Estas instituciones, por su proximidad a la ciudadanía, son las que tienen mayor capacidad para impulsar políticas que promuevan la reducción de emisiones y la mejora de la calidad del aire. En colaboración con organizaciones y la ciudadanía, los gobiernos locales pueden fomentar cambios de hábitos y costumbres que resulten en un impacto positivo a corto y medio plazo.
Con esta visión, la campaña europea Clean Cities ha lanzado en España su Manifiesto "Avanzar hacia municipios más habitables y saludables", con el objetivo de transformar nuestras ciudades de cara al 2030. Esta campaña, que reúne a más de 70 organizaciones de 14 países, hace un llamado a los municipios para que implementen medidas concretas que reduzcan la contaminación atmosférica, mejoren la calidad del aire y reconfiguren el espacio público para devolverlo a las personas.
Una emergencia de salud pública y climática
El predominio de los vehículos a motor ha desencadenado no solo una crisis ambiental, sino también una emergencia de salud pública. Las emisiones de gases y partículas derivadas del transporte son una de las principales causas de enfermedades respiratorias y cardiovasculares, lo que se traduce en miles de muertes prematuras cada año en España. Además, la crisis climática agrava esta situación, con fenómenos como temperaturas extremas, crisis ambientales y pérdida de biodiversidad que impactan de manera directa en el bienestar social y económico de nuestras ciudades.
El Manifiesto de Clean Cities apuesta por una transformación integral que no solo mitigue los efectos del cambio climático, sino que también garantice una mejora sustancial en la calidad de vida de la población. La propuesta es clara: alinear las medidas de adaptación y mitigación del cambio climático con aquellas destinadas a mejorar la calidad del aire, logrando así un impacto positivo tanto en la salud de las personas como en el medio ambiente.
Tres pilares de acción para un cambio sostenible
El Manifiesto establece tres líneas prioritarias de acción para avanzar hacia un modelo de movilidad más sostenible:
Este compromiso, respaldado por organizaciones como ECODES, Ecologistas en Acción, IS Global y Salud por Derecho, subraya la urgencia de actuar. Solo con el apoyo y la colaboración de las instituciones públicas, la ciudadanía y las entidades de la sociedad civil, será posible transformar nuestras ciudades y alcanzar un futuro en el que los municipios sean más habitables y saludables para 2030.
Ya no hay dudas: ahora es el momento de actuar. Cada año que pasa sin tomar medidas concretas agrava las consecuencias de la crisis climática y de salud pública, afectando especialmente a las generaciones futuras. Con el apoyo de este Manifiesto, los municipios tienen una oportunidad histórica para liderar un cambio que no solo mejorará la calidad del aire, sino que también contribuirá a la equidad social, la cohesión económica y la resiliencia ambiental. Solo a través de una visión compartida y del compromiso de todos los actores será posible garantizar un futuro más justo y sostenible para las próximas generaciones.