La migración, consagrada como un derecho en el marco legal internacional de los Derechos Humanos, es un principio fundamental según la Declaración Universal de Derechos Humanos. Este documento proclama en su artículo 13 que "toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado". Este derecho implica la libertad de movimiento dentro del propio país, la posibilidad de abandonarlo y la búsqueda de refugio en otro Estado en caso de persecución o peligro.
Sin embargo, ejercer este derecho conlleva riesgos considerables. Datos recopilados por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) revelan una trágica realidad: entre 2014 y 2023, al menos 63,285 personas perdieron la vida o desaparecieron en las rutas migratorias en todo el mundo, siendo el ahogamiento la causa principal de estas tragedias. El informe del Proyecto Migrantes Desaparecidos destaca que la mayor cantidad de muertes y desapariciones, alcanzando la cifra de 28,854, ocurrieron en el mar Mediterráneo, seguido por regiones de África y Asia.
Estas estadísticas son desgarradoras: casi el 60% de las muertes registradas fueron resultado de ahogamientos, y más de un tercio de las personas identificadas provenían de países en conflicto, como Afganistán, Myanmar, Siria y Etiopía. El año 2023 fue especialmente letal, con 8,541 muertes documentadas, principalmente debido a un aumento significativo de naufragios en el Mediterráneo.
El presente año, 2024, sigue mostrando tendencias alarmantes. A pesar de una disminución en las llegadas por la ruta marítima del Mediterráneo en comparación con el año anterior, las muertes registradas siguen siendo preocupantemente altas, con 956 desde el 1 de enero.
El sufrimiento se multiplica cuando además del horror de la migración forzada y los peligros inherentes, muchas personas no logran ser reconocidas tras su fallecimiento. La OIM destaca que más de dos tercios de las muertes siguen sin identificarse, dejando a familias y comunidades en la incertidumbre sobre el destino de sus seres queridos. Hasta la fecha, los restos de 26,666 personas fallecidas durante su migración aún no han sido recuperados.
Ugochi Daniels, subdirectora general de Operaciones de la OIM, lamenta estas pérdidas y subraya que, durante la última década, casi 5,500 mujeres y cerca de 3,500 niños han perdido la vida en las rutas migratorias. Sin embargo, señala que el número real de víctimas, especialmente entre mujeres y niños, probablemente sea mucho mayor, dado que más de 37,000 muertes carecen de información sobre sexo o edad.
Ante esta tragedia, la OIM hace un llamado urgente a la creación de vías seguras para la migración. Más del 33% de las personas fallecidas provienen de países en conflicto o con grandes poblaciones de refugiados, lo que destaca la necesidad de garantizar rutas seguras para aquellos que huyen de la guerra y la persecución en sus países de origen.
Para abordar esta crisis humanitaria, la OIM ha implementado un nuevo Plan Estratégico (2024-2028) centrado en salvar vidas y proteger a las personas en movimiento. Este plan insta a los países y otros actores a trabajar juntos para prevenir las muertes de migrantes y abordar las consecuencias de estas tragedias en las rutas migratorias en todo el mundo.