La migración se ha convertido en un fenómeno cada vez más común en todo el mundo, con causas diversas y efectos variados en los países receptores. Sin embargo, es crucial resaltar el valor añadido que aporta la llegada de estos individuos y el impacto positivo que genera en las economías locales. Dos nuevos estudios, recientemente publicados por varios organismos internacionales, incluyendo la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), revelan que los desplazados forzosos en América Latina y el Caribe pueden contribuir de manera significativa a las economías donde residen si se les brinda la oportunidad.
Según estas publicaciones, los refugiados y migrantes llenan vacíos importantes en los mercados laborales locales y estimulan la demanda de bienes y servicios, lo que puede aumentar los ingresos fiscales y elevar el Producto Interno Bruto (PIB) de los países receptores. Sin embargo, suelen encontrarse en situaciones vulnerables. Aunque la mayoría está en edad laboral, posee un nivel educativo elevado y está empleada, con frecuencia se ven sobrecualificados para sus trabajos y se ven obligados a recurrir a trabajos informales, lo que limita sus ingresos y aumenta su inseguridad alimentaria.
En este contexto, los estudios se enfocan en cómo las políticas específicas pueden facilitar el acceso de los refugiados y migrantes a los mercados laborales formales y a servicios básicos como la educación y la atención médica, permitiéndoles así contribuir de manera más efectiva a sus países de acogida.
Uno de los principales problemas destacados en los informes es la falta de homologación académica. Un informe elaborado por el Banco Mundial y ACNUR, titulado "Venezolanos en Chile, Colombia, Ecuador y Perú - Una oportunidad de desarrollo", señala que el éxodo venezolano ha tenido un impacto positivo en el crecimiento económico regional, gracias al aumento de la mano de obra y la demanda. Además, revela que, en promedio, los venezolanos tienen un nivel educativo más alto que la población local en los países de acogida, lo que indica una demanda de mano de obra venezolana en los mercados laborales locales. Sin embargo, la falta de reconocimiento de sus títulos académicos limita su acceso a empleos acordes a su formación.
En cuanto a la integración socioeconómica de las poblaciones desplazadas por la fuerza en América Latina y el Caribe, otro informe elaborado por el Banco Interamericano de Desarrollo, la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos y ACNUR destaca que los jóvenes desplazados tienen más dificultades para acceder a la educación y al empleo en comparación con sus pares nacidos en el país. Además, las mujeres desplazadas tienen tasas de empleo más bajas que los hombres, tanto entre la población local como entre los desplazados.
Es importante mencionar que estos estudios también resaltan cómo la xenofobia y la discriminación pueden obstaculizar la inclusión socioeconómica de refugiados y migrantes, limitando su participación en las comunidades de acogida. Se destaca que la mayoría de los venezolanos desean permanecer en sus países de acogida, pero enfrentan barreras en su integración, especialmente en lo que respecta a la discriminación, que afecta especialmente a las mujeres y los jóvenes. Se recomienda que las autoridades implementen políticas que fomenten la cohesión social, prevengan la exclusión y minimicen los efectos adversos sobre las poblaciones locales.