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Así se titula el último informe publicado por la agencia de Naciones Unidas para el medioambiente, en el cual se expone que las aguas residuales pueden convertirse en un recurso valioso con las políticas adecuadas y son un componente esencial de la economía circular. En este sentido, la publicación insta a abordar la gestión sostenible del agua y las aguas residuales ante la pérdida de biodiversidad, la amenaza para la salud y la presión sobre los recursos hídricos.
Aguas residuales: del problema a la solución

Según los datos de Naciones Unidas, una de cada cuatro personas vive sin acceso a servicios de agua potable o gestionados de forma segura. Además, un tercio de la población mundial vive en regiones con escasez de agua y se prevé que la escasez de agua podría desplazar hasta 700 millones de personas de aquí a 2030. Millones de mujeres y niñas pasan horas cada día buscando agua, lo que reduce sus oportunidades de realizar actividades productivas o recibir educación.  En medio de esta grave situación, la demanda de agua sigue creciendo, al igual que la necesidad de aumentar rápidamente la producción de alimentos y reducir nuestra dependencia de los combustibles fósiles para obtener energía. 

Las aguas residuales, también conocidas como aguas negras o aguas servidas, son aquellas aguas que han sido utilizadas en actividades humanas y que contienen una variedad de contaminantes. Estas aguas provienen principalmente de hogares, industrias, comercios y otros lugares donde se llevan a cabo actividades humanas. Ciertamente, estas pueden ser un grave problema medioambiental, pero, también pueden ser una solución.  El pasado miércoles 23 de agosto tuvo la presentación del informe “Aguas residuales: del problema a la solución”, una ocasión para debatir las conclusiones del documento durante la Semana Mundial del Agua 2023 que está teniendo lugar en Estocolmo, Suecia. 

Elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), el informe destaca la urgencia de desarrollar y aplicar soluciones para la gestión sostenible del agua y las aguas residuales. Los expertos explican que, después del tratamiento, el agua residual tratada puede ser liberada en cuerpos de agua naturales, como ríos o lagos, o reutilizada para ciertos fines, como riego o usos industriales no potables. La gestión adecuada de las aguas residuales es esencial para prevenir la degradación del medio ambiente, la propagación de enfermedades y para asegurar un suministro de agua limpia y seguro para las comunidades. La agencia recuerda que, a pesar de algunos avances en la última década, las aguas residuales no tratadas siguen siendo un importante reto mundial. Los efectos del cambio climático, el crecimiento de la población y la urbanización siguen ejerciendo presión sobre los recursos hídricos en todo el mundo. 

Diversas investigaciones muestran que la contaminación por aguas residuales es uno de los principales factores de pérdida de biodiversidad y una gran amenaza para la salud, que afecta sobre todo a las personas y los ecosistemas más vulnerables, incluidos los marinos y los de agua dulce. Además, son responsables de casi tantas emisiones de gases de efecto invernadero como la industria de la aviación. Sin embargo, con las políticas adecuadas, las aguas residuales son un recurso inestimable, que podría proporcionar energía a 500 millones de personas, suministrando más de 10 veces el agua que proporciona la actual capacidad mundial de desalinización y compensando más del 10% del uso mundial de fertilizantes.   

La gestión segura y adecuada de las aguas residuales para la recuperación y reutilización de los recursos va más allá de lograr la seguridad hídrica, con beneficios colaterales que incluyen la mejora de la salud y el bienestar, la reducción de la dependencia de los fertilizantes artificiales, la diversificación de la producción de energía y las oportunidades económicas, señala el PNUMA.

Tres acciones clave para avanzar

Además de analizar en profundidad la situación actual en torno a las aguas residuales, el documento insta a los políticos y responsables en todas las regiones del mundo a poner en práctica las tres acciones clave: reducir el volumen de aguas residuales producidas; prevenir y reducir la contaminación en los flujos de aguas; y gestionarlas de forma sostenible para la recuperación y reutilización de recursos.

Para ello, pide centrar los esfuerzos en el establecimiento de una legislación y gobernanza eficaz y coherente; movilizar la inversión; mejorar la capacidad humana técnica e institucional, a nivel local y global; innovar tanto en el ámbito técnico, como en el social; mejorar la recopilación de datos e información; y fomentar la concienciación y la responsabilidad.

En esta línea, el PNUMA destaca que las aguas residuales son un componente esencial de la economía circular y un recurso que puede aportar soluciones sostenibles y seguras para hacer frente a las múltiples crisis de la sociedad. Sin embargo, los autores advierten de que las soluciones no pueden tener éxito de forma aislada, sino que deberán ajustarse a los contextos económico, medioambiental, social y cultural, buscando acciones adecuadas, aprendiendo, adaptándose e innovando. Por ello, el informe presenta ejemplos y estudios de casos de diferentes contextos como ilustración de distintos enfoques.

La publicación concluye que todos los sectores de la sociedad contribuyen a los problemas de contaminación de las aguas residuales, destacan los expertos. La transición hacia un enfoque circular que incluya la recuperación y reutilización de los recursos requerirá una acción colectiva y coherente por parte de los individuos, las comunidades, las empresas, los sectores industriales y los gobiernos. 

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