Un informe recientemente publicado por la Agencia Europea de Medio Ambiente profundiza en los principales fenómenos meteorológicos extremos de verano que han afectado cada vez más a la población, la economía y la naturaleza europeas. La publicación explica que las olas de calor peligrosas para la salud humana, como las del verano de 2022, son y serán cada vez más frecuentes, largas e intensas, y seguirán siéndolo en todos los escenarios climáticos. En el sur de Europa, especialmente, puede haber más de 60 días de verano en los que las condiciones sean peligrosas para la salud humana, lo que significa un mayor número de muertes e ingresos hospitalarios adicionales, especialmente entre los ancianos y los enfermos, a menos que se tomen medidas de adaptación.
Además del intenso calor, las inundaciones extremas serán más frecuentes según el informe. Se prevé un aumento de las precipitaciones intensas en gran parte de Europa, lo que provocará una mayor incidencia de las inundaciones, especialmente en el noroeste y centro de Europa. Es por ello, que los expertos sostienen que son necesarias medidas de adaptación para proteger a la sociedad de los peores impactos, como los causados por las inundaciones de julio de 2021 en Alemania y Bélgica. La exposición de la población y los bienes al riesgo continúa con el continuo desarrollo de las llanuras aluviales, poniendo a menudo en peligro a las poblaciones e instalaciones más vulnerables, como escuelas y hospitales. Entre 1980 y 2021, los daños debidos a las inundaciones ascendieron a casi 258 000 millones de euros y aumentan de media cada año en más de un 2%.
En contraposición, además de las intensas precipitaciones, las sequías serán también más frecuentes y graves. El estudio advierte que, desde 2018, más de la mitad de Europa se ha visto afectada por condiciones de sequía extrema tanto en invierno como en verano. Las sequías de 2022 redujeron sustancialmente los rendimientos de cultivos como el maíz, el maíz, la soja o el aceite de oliva. Otro invierno seco no augura nada bueno para este verano y las perspectivas son pesimistas. El invierno excepcionalmente seco y cálido se tradujo en una escasa capa de nieve y provocó poca humedad en el suelo, bajos caudales fluviales y un almacenamiento reducido de agua en los embalses de la mayor parte del sur y el oeste de Europa.
Otra de las consecuencias más graves que trae consigo el calentamiento global son los incendios forestales más extendidos. El documento publicado por la AEMA afirma que la mayoría de los incendios forestales en Europa se inician por actividades humanas, pero las condiciones climáticas -períodos secos y calurosos con fuertes vientos- determinan su intensidad e impacto. Los incendios forestales afectan sobre todo al sur de Europa, pero también cada vez más al centro e incluso al norte. Desde 1980, 712 personas han perdido la vida en toda Europa como consecuencia directa de los incendios forestales. La temporada de incendios forestales de 2022 fue la segunda peor desde 2000, con más de 5.000 km2 (dos veces la superficie de Luxemburgo) quemados durante los meses de verano (junio, julio y agosto) y una superficie récord de espacios naturales protegidos Natura2000 afectados.
Sin dudas, la situación es crítica y debemos actuar con celeridad. Detener por completo las condiciones climáticas extremas es un desafío complejo y a largo plazo que requiere acciones a nivel mundial y un esfuerzo conjunto de gobiernos, comunidades, industrias y ciudadanos. Aunque no podemos eliminar completamente todas las condiciones climáticas extremas, podemos tomar medidas para mitigar sus impactos y reducir su frecuencia y severidad tales como: