El pasado viernes 2 de diciembre se conmemoró el Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud, un día para recordar que la herencia colonial y racista continúa vigente en la actualidad. A pesar de esfuerzos de organismos de Derechos Humanos y gobiernos progresistas por superar este flagelo, las sociedades siguen teniendo cicatrices por el sufrimiento histórico de los africanos esclavizados y no pueden ofrecer a todas las mismas oportunidades de desarrollo.
Según las recientes Estimaciones Globales de Esclavitud Moderna sobre trabajo forzado y matrimonio forzado, alrededor de 50 millones de personas vivían en condiciones de esclavitud durante el transcurso del año pasado. Los grupos marginados son los de mayor riesgo, así como las minorías étnicas, religiosas, y lingüísticas, junto con los migrantes, los niños y los individuos de la comunidad LGBTQI. Además, la mayoría de las personas vulnerables son mujeres.
Con motivo de la efeméride el Secretario General de la ONU, António Guterres, ha emitido un comunicado en el cual afirmó que el legado de la trata transatlántica de esclavos “repercute hasta el día de hoy”, al igual que crece la esclavitud moderna. El referente de Naciones Unidas también instó a tomar medidas para identificar y volver a comprometerse con la erradicación de todas las formas de esclavitud contemporánea, desde el tráfico de personas hasta la explotación sexual, el trabajo infantil, el matrimonio forzado y el uso de niños en conflictos armados.
Las formas de la esclavitud se han ido modificando a lo largo del tiempo. Aunque el término “esclavitud moderna” no está definido en la ley, se utiliza como un concepto general para prácticas que abarcan el trabajo forzado, esclavitud por deudas, el matrimonio forzado y la trata de personas. Además, se refiere a todas las situaciones de explotación en las que una persona no puede decir no o marcharse de una situación, debido a las amenazas, la coacción, el engaño o el simple abuso de poder.
Contrariamente a la suposición convencional, alrededor del 52% de todo el trabajo forzoso y una cuarta parte de todos los matrimonios forzados se pueden encontrar en países de ingresos medios altos o altos. Además, otro caso de esclavitud moderna es el hecho de que casi cuatro de cada cinco de las personas en explotación sexual comercial forzada son mujeres o niñas.
Las últimas estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) muestran que el trabajo forzado y el matrimonio forzado han aumentado significativamente en los últimos cinco años. Concretamente, en 2021, alrededor de 10 millones de personas más fueron esclavizadas, en comparación con las estimaciones globales de 2016, lo que eleva el total a 50 millones en todo el mundo.
Si bien ha habido innegables avances en el mundo entero es importante resaltar que la esclavitud moderna ocurre en casi todos los países del mundo y atraviesa líneas étnicas, culturales y religiosas y esto es inaceptable. Los líderes políticos deben tomar medidas urgentes para acabar con este lastre. Mientras siga habiendo una sola persona en el mundo entero en situación de esclavitud, habremos fracasado como humanidad.