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La periodista y escritora ha sido galardonada por su extraordinaria capacidad para comunicar los grandes desafíos ambientales a una amplia audiencia global. El Premio Biophilia, dotado con 100.000 euros, reconoce la labor de profesionales y organizaciones de cualquier lugar del planeta que contribuyan de manera excepcional a mejorar la comprensión y sensibilización pública ante los retos ambientales.

La comunicación asertiva de temas medioambientales es fundamental para contribuir a generar consciencia social y así transformar hábitos que impacten de manera positiva en le paneta. Desde el convencimiento de que el abordaje efectivo de los desafíos ambientales requiere de la diseminación de la información y la concienciación ecológica a escala global, y que a su vez descansa en una comunicación contrastada y atractiva acerca del medio ambiente, en 2019 la Fundación BBVA creó el Premio Biophilia de Comunicación Medioambiental. Dotado con 100.000 euros y de periodicidad anual, reconoce la labor de profesionales y organizaciones de cualquier lugar del planeta que, enlazando con el mejor conocimiento y evidencia, contribuyan de manera excepcional a mejorar la visibilidad y la comprensión pública de los retos medioambientales.

Este año, la periodista y escritora estadounidense Elizabeth Kolbert ha sido galardonada con el IV Premio Biophilia de Comunicación Medioambiental de la Fundación BBVA “por su extraordinaria capacidad para comunicar de manera rigurosa y atractiva los principales desafíos medioambientales de nuestro tiempo, el cambio climático y la crisis de biodiversidad, a una amplia audiencia global”, según ha resaltado el acta del jurado.

En el contexto informativo tan complicado del mundo actual, la galardonada con el IV Premio Biophilia defiende el valor del reporterismo sobre el terreno, que permite a los periodistas documentar sus historias en profundidad, y la importancia de que los responsables de los medios apuesten por la cobertura de los grandes retos ambientales: “Hay historias que definen nuestro tiempo, y el impacto de la especie humana sobre el planeta Tierra es hoy esa historia que debemos contar”, señala. “Afortunadamente, al menos el cambio climático está recibiendo cada vez más atención, porque ya estamos percibiendo sus consecuencias, como demuestran las terribles olas de calor de este verano. No es un problema del futuro, sino del presente”.

El jurado expresó que: “A lo largo de las últimas tres décadas, Kolbert se ha convertido en una de las periodistas ambientales más destacadas e influyentes de su generación”, tanto por los reportajes “de excepcional calidad” que ha publicado, principalmente en la revista The New Yorker, como por sus libros divulgativos “de amplio impacto internacional” sobre la crisis global del medio ambiente. En particular, el jurado ha destacado La Sexta Extinción, publicado en 2014, que “documenta en profundidad la galopante pérdida de especies que está padeciendo el planeta” y “es una obra de referencia internacional” que se ha traducido a más de 20 idiomas.

Cabe destacar que, durante la primera etapa de su carrera profesional en The New York Times (1984-1999), Elizabeth Kolbert (Nueva York, 1961), se ocupaba fundamentalmente de cubrir temas de información política.  Fue en 2001, tras incorporarse al equipo de reporteros de la revista The New Yorker, cuando empezó a interesarse por el cambio climático. “El presidente George W. Bush había decidido retirarse del Protocolo de Kioto, y se me ocurrió la idea, bastante extravagante en aquella época, de realizar una serie de reportajes para analizar en profundidad si el cambio climático realmente era un problema que debía preocuparnos a todos”, recuerda en una entrevista realizada tras conocer la concesión del Premio Biophilia.

Con este objetivo en mente viajó a Groenlandia, una experiencia que marcó su vida profesional para siempre, y le impulsó a dedicarse al periodismo ambiental. Allí acompañó a un equipo de científicos daneses que estaban investigando el deshielo desencadenado por el calentamiento global, y le explicaron que este proceso, provocado por la acción del ser humano, era “una cuestión de pura física, que no se podía cuestionar”. Esta expedición a una región del planeta donde empezaba a percibirse el impacto del cambio climático le convenció de que “si esto era así, y lo estaban verificando fuentes científicas acreditadas, la gente lo tenía que saber”.

Además, en su último libro, Bajo un cielo blanco, que se publicó el año pasado y ya se ha traducido (o se está traduciendo) a más de una docena de idiomas, Kolbert presenta un detallado repaso de las soluciones tecnológicas más innovadoras (y también algunas de las más extravagantes) que se están explorando para afrontar la actual crisis medioambiental y detener el impacto destructivo del ser humano sobre la naturaleza. Sin dudas, el trabajo de Elizabeth Kolbert ejemplifica, tal y cómo ha señalado el jurado que le ha otorgado el IV Premio Biophilia, cómo el periodismo especializado puede contribuir de manera fundamental a afrontar los grandes retos medioambientales a través de historias atractivas, siempre fundamentadas en el mejor conocimiento científico, que son capaces de alcanzar a una audiencia global.

Kolbert reconoce que la tarea no es sencilla, porque cada vez es más difícil mantener el interés del público sobre temas como el cambio climático, en una sociedad con la atención cada vez más fragmentada, y saturada de información sobre múltiples cuestiones que inundan la agenda informativa. “Por eso siempre he intentado encontrar buenas historias que puedan interesar suficiente a la gente como para que sigan leyendo, aunque no les apetezca porque los temas de medio ambiente con frecuencia son deprimentes y siempre hay cierta resistencia a ellos”.

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