Un día como hoy en 2003, un atentado con bomba en el Hotel Canal de Bagdad (Irak) acabó con la vida de 22 trabajadores humanitarios, entre ellos el Representante Especial del Secretario General de la ONU para Irak, Sergio Vieira de Mello. Cinco años después, la Asamblea General adoptó una resolución que establecía el 19 de agosto como Día Mundial de la Asistencia Humanitaria (WHD por sus siglas en inglés). Cada año, el WHD se centra en un tema, reuniendo a socios de todo el sistema humanitario para abogar por la supervivencia, el bienestar y la dignidad de las personas afectadas por las crisis, y por la seguridad de los trabajadores humanitarios.
Los últimos años no han sido nada fáciles para la humanidad en su conjunto: una pandemia global que aún no termina, conflictos bélicos de gran envergadura, crisis climática y pobreza en escala. Cuando las injusticias abundan, la asistencia humanitaria se vuelve imprescindible. Por ello, la campaña WHD 2022 pretende homenajear a los cientos de miles de voluntarios, profesionales y personas afectadas por crisis que prestan atención médica urgente, alojamiento, alimentos, protección, agua y mucho más. Jugadores fundamentales de un partido difícil de ganar.
El último informe “Panorama Global Humanitario 2022” elaborado por Naciones Unidas advierte que, en 2022, 274 millones de personas en 63 países necesitarán protección y asistencia humanitaria. Este número muestra un aumento significativo de 235 millones de personas necesitadas hace un año, que ya era el número más alto en décadas. Según los expertos, 2021 ha sido un año de retos y logros. Las necesidades humanitarias han seguido aumentando, motivadas por los conflictos, la crisis climática y las enfermedades. Los niños, especialmente las niñas, se quedan sin educación. Los derechos de las mujeres están amenazados. Se avecinan múltiples hambrunas y todo indica que la ayuda humanitaria será cada vez más imprescindible.
Las buenas noticias no abundan: las vidas y los medios de subsistencia individuales, la estabilidad nacional y regional y décadas de desarrollo están en peligro. El coste de la inacción ante estos retos es alto. Pero este ha sido también el año en que el sistema humanitario ha estado a la altura del desafío, superando obstáculos aparentemente insuperables y demostrando lo que se puede hacer cuando la comunidad internacional se une. Según los datos que se desprenden de la investigación recientemente publicada, la COVID-19 no muestra signos de remitir, y ya se ha cobrado al menos 1.9 millones de vidas, propiciado por las variantes y la falta de vacunas. Las economías y los medios de vida han quedado devastados, aumentando las necesidades humanitarias y alimentando los conflictos. Sólo el 4% de los 7.000 millones de vacunas administradas han llegado a los países con un Plan de Respuesta Humanitaria (HRP). En dos tercios de estos países, 20 millones de personas más se han visto abocadas a la pobreza extrema. El documento también afirma que los avances en materia de empleo, seguridad alimentaria, educación y sanidad que tanto costó conseguir se han invertido. La pobreza extrema está aumentando después de dos décadas de estar disminuyendo. La recuperación de las extraordinarias perturbaciones causadas por pandemia sigue siendo incierta.
Asimismo, los expertos explican que la pandemia ha supuesto un duro golpe para la paridad de género y el empleo femenino. La brecha de pobreza de género se está ampliando y 247 millones de mujeres viven con menos de 1,90 dólares al día. Por cada tres meses que continúen los confinamientos por la COVID-19, se espera que se produzcan 15 millones de casos adicionales de violencia de género. Además, se estima que más del 70% de las mujeres y niñas en contextos humanitarios han sufrido violencia de género.
Por otra parte, el informe denuncia que, posiblemente, hayamos alcanzado o superado importantes puntos de inflexión en cuanto al clima, motivo por el cual la acción humanitaria debe adaptarse. Las catástrofes relacionadas con el clima son más frecuentes y variables. Hasta 216 millones de personas podrían tener que desplazarse dentro de sus propios países en 2050 debido a los efectos del cambio climático. Por su parte, los conflictos políticos siguen golpeando duramente a la población civil, especialmente a los más vulnerables, como los niños y las personas con discapacidad. Las mujeres y las niñas siguen corriendo un mayor riesgo de violencia sexual relacionada con los conflictos. Continúan los ataques contra los trabajadores humanitarios y sus bienes: 117 trabajadores humanitarios fueron asesinados en 2020, 108 de los cuales trabajaban en su propio país.
Mientras tanto, el hambre aumenta y la inseguridad alimentaria alcanza niveles sin precedentes. A nivel mundial, hasta 811 millones de personas están desnutridas. Las condiciones similares a la hambruna siguen siendo una posibilidad real y aterradora en 43 países del mundo. Sin una acción sostenida e inmediata, el año 2022 podría ser catastrófico advierte el informe Panorama Global Humanitario 2022. El número de personas necesitadas sigue aumentando a un ritmo alarmante. Este año según las estimaciones, 274 millones de personas necesitarán asistencia y protección humanitaria. Las Naciones Unidas y las organizaciones asociadas se proponen ayudar a 183 millones de personas que se encuentran en una situación de mayor necesidad en 63 países, lo que requerirá 41.000 millones de dólares y muchas personas dispuestas a ayudar.
A todos ellos: gracias. A quienes han operado en entornos de riesgo para ayudar a quienes más lo necesitan, y a quienes lo seguirán haciendo mientras el mundo siga siendo este lugar hostil: de corazón, gracias.