El Grupo de Trabajo sobre el Impacto (ITF) es una iniciativa mundial creada a partir de la creencia de que nuestras economías actuales no están satisfaciendo las necesidades de las personas y del planeta. Apreciación, sin dudas, muy acertada. Existe una brecha evidente entre la retórica y la puesta en marcha de sistemas que aporten prosperidad y un futuro climáticamente seguro para todos y todas.
La transformación de la economía requiere, inevitablemente, del capital privado. Ante esta premisa surge la pregunta de cómo hacerlo. En el afán de aportar claves para este debate el IFT ha publicado un informe que busca dar respuesta a las siguientes preguntas: ¿Cómo podemos acelerar el volumen y la eficacia del capital privado que busca tener un impacto social y medioambiental positivo? Y ¿Cómo podemos asegurarnos de que esta movilización tenga un impacto real y no deje a nadie atrás a las personas y los lugares? El documento parte de una idea clave: es urgente reducir la brecha entre la retórica y los resultados, o en otras palabras, es imprescindible pasar de a la acción.
La Agenda 2030, nuestra hoja de ruta, nos marca un tiempo que parecía lejano pero que, ciertamente, no lo es. Estamos a sólo ocho años de alcanzar la fecha límite prevista para conseguir los ODS y en un momento de importante rendición de cuentas a nivel mundial. La actual generación de líderes políticos y empresariales debe asumir ahora el reto de demostrar el impulso en el cumplimiento de los compromisos a largo plazo para la acción climática y la construcción de un mundo mejor. Ya no se trata de una cuestión de meras voluntades, explica la investigación, hoy, actuar en pos del desarrollo sostenible debe ser imperativo, ya que los riesgos que conlleva el incumplimiento de los compromisos son extremadamente peligrosos. Y ante este desafío, el papel del capital privado y la empresa son fundamentales ya que nunca habrá suficiente dinero público para cumplir los objetivos de desarrollo sostenible.
El informe advierte que los limitados presupuestos gubernamentales hacen que la movilización de la empresa, la innovación y el capital privado sean indispensables en proyectos de impacto social y medioambiental positivo. La investigación afirma que no se trata de un problema de escasez de capital privado, sino por el contrario, el reto consiste en crear las condiciones para que fluya con urgencia, escala e integridad en oportunidades de inversión que reflejen el afán de los inversores, sus expectativas de rentabilidad y que, al mismo tiempo, tengan un impacto positivo en el esfuerzo público para hacer frente a los retos que el desarrollo sostenible supone.
En esta línea, la investigación argumenta que, si bien no es tarea fácil, vale la pena hacer el esfuerzo. En este sentido, los expertos sostienen que el éxito de la inversión privada en el desarrollo sostenible requiere de un esfuerzo concertado de las diferentes partes interesadas en lograr efectivamente un cambio sistémico. Esto no es sólo para los mercados privados: la inversión y la política públicas también tienen un papel un papel fundamental. El reto será trabajar en conjunto.
La pandemia y la crisis sistémica actual pueden ser vistas como una ventana de oportunidad. El estudio propone que el contexto crítico actual nos permite y nos exige pensar y actuar de una manera que hace unos años era impensada y es aquí a donde la sostenibilidad emerge de manera indiscutida. Al respecto, la investigación propone que existen dos poderosos vientos de cola del cambio. El primero es el de los valores sociales de los consumidores y los inversores, que ya está influyendo en el comportamiento de las empresas. El segundo es el enorme poder de la tecnología digital, que está creando oportunidades de producir y medir el impacto social y medioambiental en formas que antes eran impensadas. Las condiciones están dadas, el momento de actuar es ahora.
El documento concluye con un mensaje contundente: el tiempo se acaba. Tenemos que reducir la brecha entre la retórica y la acción para asegurar la transición hacia un futuro equitativo y sostenible. Acelerar el flujo de capital privado para el bien público a escala y con integridad es una misión necesaria. Las políticas públicas y el capital tienen un papel crucial que desempeñar.