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Los factores ambientales y climáticos se suman cada vez más al conjunto de motivos que obligan a millones de personas a abandonar sus hogares. Desde tiempos históricos las personas migran en busca de mejores condiciones económicas; escapan de conflictos bélicos o dictaduras; por motivos políticos o religiosos. Hoy se suma un motivo más: huir del clima. El cambio climático, entre otras consecuencias, trae de la mano a las migraciones climáticas. A pesar de que el reconocimiento político y jurídico de este fenómeno está aumentando progresivamente, todavía se desconocen muchos aspectos y faltan mecanismos jurídicos de protección, lo que deja a muchas personas en situaciones de gran vulnerabilidad.
Migraciones forzadas, el rostro humano del cambio climático

El cambio climático afecta de manera directa sobre los derechos humanos de las personas. Nos sólo destruye el planeta, nuestra casa, sino que también a las personas, quienes lo habitamos. Todos los impactos que trae consigo la emergencia climática tiene importantes repercusiones para un amplio abanico de derechos como son el derecho a la vida, a la salud, a la alimentación, al agua, a una vivienda adecuada y a la libre determinación, sobre todo en el Sur global.

Un informe publicado el día de hoy, 6 de octubre, elaborado en conjunto por Greenpeace y la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) analiza el fenómeno de las migraciones climáticas y propone algunos ejemplos ya presentes. Además, indaga acerca de porque los desplazamientos forzosos de personas suceden consecuencia del cambio climático y se trata de un fenómeno que cada vez afectará a más gente y al que hay que hacer frente reduciendo nuestras emisiones de CO2.

Uno de los primeros aspectos que resalta el documento es que, si bien el cambio climático es un fenómeno global, sus consecuencias se distribuyen desigualmente y tienen mayor gravedad en las comunidades más empobrecidas. En otras palabras, el Norte global es el principal responsable de la crisis climática, pero sus impactos y las migraciones forzadas asociadas a los mismos están ocurriendo hoy en día principalmente y con mayor gravedad en el Sur global, con consecuencias especialmente arduas para las mujeres y las niñas.  Es por esto, que los expertos sostienen que esto convierte a las migraciones climáticas en un fenómeno que debe abordarse desde la justicia climática.

El problema es por demás complejo. No sólo se trata de los impactos medioambientales que impactan de manera directa en la salud y en la calidad de vida de las personas, también es un problema geopolítico. El informe advierte que, el ámbito de la movilidad urbana forzada trae consigo graves violaciones de derechos humanos. Al respecto, el documento explica que la falta de vías legales y seguras hace que quienes huyen dentro de sus países de origen o residencia habitual o cruzan fronteras internacionales se enfrenten a impresionantes peligros, desde cruzar mares y océanos en embarcaciones escasamente preparadas, hasta trepar y saltar alambradas.

Actualmente, millones de personas deben desplazarse como resultado de persecución, conflictos, violencia, violaciones de derechos humanos y eventos que alteran gravemente el orden público. Los motivos para moverse son muchos y están interconectados: las dinámicas de la crisis climática, la pobreza, la inseguridad alimentaria, los conflictos y las migraciones forzadas están cada vez más interconectadas y se refuerzan mutuamente, sostiene el informe.

Sin dudas, las migraciones forzadas son el rostro humano más cruel del cambio climático. En 2019, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) incluyó en su glosario el término “migración climática”, que definió como “el traslado de una persona o grupos de personas que, predominantemente por cambios repentinos o progresivos en el entorno debido a los efectos del cambio climático, están obligadas a abandonar su lugar de residencia habitual, u optan por hacerlo, ya sea de forma temporal o permanente, dentro de un Estado o cruzando una frontera internacional”. El informe afirma que esta definición, si bien es útil, le faltan algunos elementos para complejizar el análisis ya que, entre otras falencias, no hace referencia explícita a las mujeres como especialmente afectadas en los contextos de migraciones climáticas, ni a grupos de población vulnerables, como los pueblos indígenas.

Los expertos explican que dentro de las migraciones climáticas se incluyen movilidades internas, internacionales, temporales, permanentes, cíclicas e incluso posibles casos de apatridia. Estas realidades abarcan traslados individuales, de familias e incluso reasentamientos o reubicaciones (planificados o no) de comunidades enteras. Además, analiza el informe, las migraciones climáticas ocurren en el contexto de impactos climáticos de desarrollo lento, que van evolucionando gradualmente a lo largo de muchos años.

Cada año, el Centro para el Monitoreo de los Desplazamientos Internos (IDMC) publica un informe en el que recopila datos sobre los nuevos desplazamientos internos. De acuerdo con su informe de 2021, en 2020 se batió un nuevo récord de desplazamiento interno, pues se llegó a 40,5 millones de nuevos desplazamientos en 149 países y territorios. Los datos hablan por sí solos: el 75% de estos desplazamientos se debieron a desastres, es decir 30,7 millones de desplazamientos en 2020 estuvieron relacionados con fenómenos relacionados con eventos meteorológicos y climáticos (tormentas, inundaciones, sequías, temperaturas extremas, etc.) y geofísicos (terremotos y erupciones volcánicas).

La investigación concluye que la crisis climática es fruto, directa e indirectamente, de las actividades humanas. Los países enriquecidos y las grandes empresas transnacionales del Norte global han alterado el funcionamiento del sistema climático, lo que está afectando a la seguridad alimentaria, la disponibilidad de agua y el sustento económico de millones de hogares en todo el mundo. Esto trae graves consecuencias para las personas y resulta urgente que los responsables políticos estén a la altura de las circunstancias y tomen medidas al respecto.  Es imperioso, sostiene el informe, desarrollar políticas y normativas de protección que incluyan las voces y las necesidades de quienes migran por esta causa.

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