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En los últimos años, afortunadamente, el comercio justo ha crecido considerablemente. Este movimiento busca que se garantice el reparto equitativo entre todos los actores de la cadena de producción, se respeten los derechos de los trabajadores y pequeños productores y se reduzca todo lo posible el impacto ambiental.
Comercio justo, una alianza comercial basada en la equidad y el respeto

Los defensores del comercio justo parten de la premisa acerca de que este no debería existir en la medida en que todo el comercio tendría que ser efectivamente justo.  Preguntarse antes de comprar un producto si es caro o barato es lo normal, pero, ¿alguna vez nos hemos preguntado si el precio de dicho producto es justo? La economía globalizada facilita que compremos productos de todas partes del mundo sin importar a donde estemos. Lo cual hace que los productores no reciban una paga acorde a su trabajo, sino que, por el contrario, el mayor beneficio lo obtienen quienes están en el último eslabón de la cadena vendiendo. Lograr que esto no sea así y que, por el contrario, la distribución sea más equilibrada es lo que promueve el movimiento del comercio justo o comercio ético.

La World Fair Trade Organization (WFTO) lo define como “una alianza comercial, basada en el diálogo, la transparencia y el respeto, que busca una mayor equidad en el comercio internacional. Contribuye al desarrollo sostenible al ofrecer mejores condiciones comerciales y asegurar los derechos de los productores y trabajadores marginados, especialmente en el Sur”. Las organizaciones de productores de América Latina y el Caribe representan aproximadamente la mitad de todas las certificadas de comercio justo en el planeta, según la organización Fair Trade International. Más del 80% de los ingresos del sector son generados por el café, el azúcar y los dulces, mientras que el sector textil tiene una representación global mucho menor.

Un artículo publicado por BBVA explica que este nació en la década de 1960 y despegó a principios del siglo XXI. Entre 1998 y 2004, el volumen de ventas certificadas pasó de 28.902 a 125.595 toneladas métricas, según un estudio de 2007. En 2020, los consumidores adquirieron artículos etiquetados bajo ese criterio por valor de 12.000 millones de euros en el mundo. Un importante punto que se destaca de este tipo de comercio es que las transacciones equitativas son también más sostenibles. Un dossier de 2017 centrado en el mercado latinoamericano considera que “el comercio justo es uno de los movimientos globales que construyen, desde abajo, relaciones económicas internacionales solidarias y más sostenibles. Se centra en los seres humanos, pero también en la sostenibilidad social, ambiental, económica e intergeneracional”.

Juanjo Martínez, responsable de Comercio Justo de OXFAM Intermón y presidente de Comercio Justo en Europa, apunta que: “La mayor parte de productos de comercio justo están certificados como ecológicos, con lo cual su cultivo nos beneficia a todos. La transformación y el transporte intentamos que sean lo más neutros posibles en términos de emisiones de CO2. En OXFAM Intermón tenemos el compromiso de que en 2025 toda la actividad de comercio justo sea neutra en carbono. Por ejemplo, en Paraguay las plantaciones de caña de azúcar están aumentando la masa verde y la absorción de CO2”.

Al conocer en mayor profundidad este movimiento es válido afirmar que todo el comercio debiera así y sin embargo no lo es. ¿Qué detiene su expansión? Son diversos los factores contrarios a que el comercio justo tenga una expansión mucho más amplia. Juanjo Martínez explica que, en primer lugar, tiene que ver con la defensa de los Derechos Humanos, es decir, el comercio tradicional tiene lógicas de producción basadas en la explotación y en eso basa sus ganancias. Por ejemplo, los cultivos de cacao en Costa de Marfil y Ghana que explotan mano de obra infantil, lugares donde el precio del café no permite a los pequeños campesinos sobrevivir o países donde la producción de algunos productos implica altos niveles de contaminación.

Así, la pregunta debiera ser entonces ¿cómo distribuir las ganancias en el comercio?  El comercio justo implica el aumento de los ingresos y la mejora de las condiciones laborales de las y los productores. Además, según el documento Los impactos del comercio justo en el Sur, este movimiento puede ganar estabilidad, y permitirles a los pequeños productores acceder más fácilmente al crédito y mejorar sus inversiones productivas.

Pensar que todo el comercio se transformará en justo resulta utópico, al menos en el corto plazo. Sin embargo, este movimiento avanza cada vez más rápido de la mano del aumento de la consciencia social. Sin dudas, el mayor poder para que esta transformación ocurra depende en gran medida de un solo actor: los consumidores.

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