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La ONG World Vision ha advertido en un comunicado que se producirá una importante pérdida de vidas a causa de la COVID-19 en los países más vulnerables y con menos inmunización. La organización insta a la comunidad internacional a actuar de manera urgente.

La pandemia no afectó a todas las personas por igual, así como tampoco está siendo igual el modo de responder a la crisis sanitaria de unos países y otros. Con la llegada de las vacunas, llegó también la esperanza de que la pesadilla que azota al mundo desde hace más de un año termine. Sin embargo, esto no es así para todos los Estados. Mientras los países con mayores ingresos de todo el mundo tienen más cantidad de dosis que población, los más vulnerables siguen enfrentándose a un peligroso incremento de la transmisión del virus.  

El pasado martes 20 de julio, Myanmar informó de 286 muertes. La ONU advierte del acceso limitado a camas de hospital y bombonas de oxígeno, y de la necesidad de ampliar urgentemente los servicios sanitarios críticos y los esfuerzos de vacunación.  "La lucha de Myanmar por contener el virus es una lección para todos nosotros que nos demuestra que no hemos superado de ninguna manera esta crisis y que muchas naciones, especialmente las que se enfrentan a conflictos o son extremadamente frágiles, pueden verse todavía profundamente afectadas por la pandemia", afirma el director de World Vision Myanmar, Grenville Hopkinson. 

La organización denuncia que la situación ha empeorado en África, que está experimentando su tercera, y peor, ola de COVID-19, con la variante Delta presente ahora en todo el continente. Países como Sudáfrica, Uganda y Zambia se encuentran entre los que registran más muertes.  Hasta ahora, sólo el 1,4% de la población africana se ha vacunado dos veces. La variante Delta podría resultar especialmente mortífera en naciones que padecen una gobernanza débil, conflictos y que carecen de sistemas de apoyo sanitario y social. El impacto mortal del virus en India y ahora en Indonesia, donde el martes pasado se registró la muerte de más de 1.383 personas, es una muestra más de las letales consecuencias de esta variante en los entornos más frágiles.

"La COVID-19 ha puesto de manifiesto la clara división entre los ricos y los pobres del mundo. Los programas de vacunación desiguales no sólo dejan la enfermedad sin control, arriesgándose a la aparición de nuevas y más mortíferas variantes, sino que también dejan atrás a países y economías que se ven diezmados por las oleadas de infección de COVID-19. La carga desproporcionada de estas olas es demasiado para las naciones más pobres y vulnerables, con sistemas sanitarios ya débiles. La comunidad internacional debe dar prioridad a la vacunación de las personas en todos los países. Esta pandemia no terminará hasta que todos estén protegidos", concluye Grenville Hopkinson. 

Ante este panorama, la ONG insta a los gobiernos de los países más ricos a comprometerse y tomar medidas urgentes que garanticen la llegada de mayor cantidad de dosis de vacunas. Asimismo, llama a la comunidad internacional a posicionarse y actuar de manera empática y solidaria con quienes más lo necesitan.

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