En la actualidad, existen más de 80 especies de cetáceos, que incluyen las ballenas, los rorcuales, los cachalotes, los delfines, las orcas y las marsopas. Todas han sufrido una reducción de sus poblaciones a lo largo de muchos años. Algunas especies se encuentran en peligro de extinción o son vulnerables, como la ballena azul, el cachalote y la beluga. Otras experimentan una lenta recuperación poblacional, como en los casos de la ballena jorobada y la ballena franca austral.
El día de hoy, 23 de julio, se conmemora el día en el que entró en vigor la moratoria que prohibió la caza comercial de ballenas por tiempo indefinido. Sin embargo, algunos países continuaron con estas prácticas. Por ejemplo, Noruega e Islandia establecen sus propios límites de captura en sus zonas económicas exclusivas: desde la puesta en vigencia de la moratoria han cazado más de 15.000 ballenas entre ambas naciones. Por otro lado, Japón y Corea del Sur se han escudado muchas veces en la caza con fines científicos, encubriendo sus prácticas comerciales. Incluso, Japón abandonó la CBI en 2009 al ser rechazada su propuesta de levantar la moratoria.
La problemática es realmente compleja y grave, ya que la caza comercial no es la única amenaza a la que están expuestos estos cetáceos. Las ballenas, los delfines y las marsopas se encuentran a merced de otros peligros tales como: capturas accidentales, alrededor de 300.000 individuos son capturados al año por las redes de pesca de forma accidental. Los delfines y las marsopas se encuentran entre los cetáceos más susceptibles a esta amenaza.
Asimismo, Las colisiones producto del aumento en el tráfico marítimo junto con el mayor tamaño y velocidad de las embarcaciones hace que cada vez se produzcan más choques entre estas y los cetáceos. Idealmente, se deben modificar las rutas marítimas para evitar las zonas con mayor actividad de estos mamíferos o, de no ser posible, disminuir la velocidad de navegación. El Impacto de la industria es otro grave problema. Las prospecciones sísmicas que buscan combustibles fósiles en los océanos perturban las áreas de alimentación, el descanso y el sistema auditivo de las ballenas. Además, la explotación petrolífera, los vertederos, los puertos, las pesquerías y el uso recreativo de determinadas áreas marinas afecta de distintas maneras el hábitat de estos mamíferos.
Por supuesto la contaminación y el cambio climático son dos problemas más. En primer lugar, la contaminación: las corrientes de agua y aire transportan sustancias químicas y metales pesados hacia regiones que, a primera vista, parecen prístinas. El frío, la escasa luz solar en determinadas épocas del año y la baja actividad bacteriana de las regiones polares hacen que estos contaminantes se acumulen en el ambiente y avancen a través de las cadenas alimentarias hasta llegar a los tejidos de las ballenas. Por su parte, los plásticos presentes en el agua de todos los océanos también afectan gravemente a estos seres vivos.
En segundo lugar, el cambio climático: el aumento en la temperatura de los océanos y el derretimiento de los hielos pone en peligro las zonas de alimentación cercanas al Ártico y a la Antártida. Esto hace que algunas especies deban migrar más lejos para conseguir su alimento e, incluso, afecta la tasa de reproducción de algunas ballenas.
La fecha de hoy nos invita a reflexionar sobre la importancia de preservar a estos animales cuyo rol es vital para el ecosistema. La preservación de las ballenas y los delfines es de gran importancia no solo para evitar su extinción sino para proteger muchas otras especies que se encuentran por debajo de la cadena alimentaria. Al ser predadores tope de los ecosistemas marinos, los cetáceos ayudan a controlar biológicamente a las poblaciones de muchos peces y crustáceos.
Es por esto, que resulta urgente lograr erradicar la caza intencional y las capturas accidentales de estos mamíferos, reducir la contaminación química y acústica, y frenar el cambio climático. Además, la creación de santuarios marinos es de gran importancia para proteger los hábitats en donde los cetáceos se alimentan, se reproducen y tienen a sus crías.