Existen evidencias científicas que muestran que el impacto que tiene el modelo económico lineal en el cambio climático y la degradación de la biosfera está produciendo daños irreversibles. Pero no todo está perdido. Transformar el actual modelo económico hacia uno circular puede ser una gran alternativa para detener el cambio climático. Pero ¿es posible aplicar esto en las organizaciones? Claro que sí. El enfoque de la circularidad es completamente extrapolable al contexto empresarial, en el que la gestión responsable del negocio requiere transformar la actividad que hace cada departamento, y proporcionar a las personas las herramientas, las habilidades y el conocimiento necesario para hacer posible el cambio.
El Grupo de Acción de Economía Circular de Forética en su último informe explica que para que este “paraguas” de gestión responsable del negocio se implemente y las organizaciones logren pasar de un modelo lineal a otro más circular, es preciso llevar a cabo una gestión desde distintos alcances. El primer paso, afirman los expertos, será entender el contexto (el “big picture”), es decir, por qué es necesario cambiar de modelo y cuáles son los datos que lo avalan. Con esta información, las empresas han de identificar los riesgos de la inacción y las oportunidades de la ambición. Este contexto también es definido por los marcos globales, nacionales o locales existentes, como los Objetivos de Desarrollo Sostenible, el mapa de riesgos del World Economic Forum para el año 202162, el Acuerdo de Paris, entre otros.
El cambio solo será posible si se realiza de una manera holística. Es decir, si la empresa lidera e involucra a todos los departamentos, llevando a cabo su actividad con una visión de avanzar hacia una circularidad. Es decir, cómo cada departamento puede enfocar su actividad para contribuir con la circularidad de la organización. De nada serviría que sólo un sector minoritario dentro de la organización tome la iniciativa, pero el resto no. Como en toda gran transformación, el compromiso de cada persona es indispensable. Finalmente, el documento sostiene que será necesario tener una visión actualizada y clara sobre las necesidades y demandas de los grupos de interés externos, como inversores, consumidores y proveedores, entre otros.
Para realizar con éxito este salto hacia la circularidad, la investigación realizada por Forética sugiere tres claves para las organizaciones: objetivos, medición y reporting. En este sentido, se explica que, las claves estratégicas y de gestión para conseguir “empujar” la transición hacia otro modelo pasan por llevar a cabo una reflexión interna. Así, las empresas pueden inspirarse y adaptar la senda ya marcada para el cambio climático (mucho más madura y avanzada), que se alimenta de marcos, herramientas y estándares globales que permiten establecer una estrategia climática relevante y significativa, medir la huella de carbono y reportar la intensidad de carbón.
La primera clave hace referencia a los objetivos. El informe afirma que, en el caso de la economía circular, las empresas pueden fijar sus objetivos considerando los datos de consumo de materias primas y generación de residuos de los entornos en los que operan. A día de hoy, ya existen muchas fuentes de información para conocer el flujo de consumo de materias primas, así como de generación de residuos en cada país o región.
La segunda clave es la medición de la circularidad empresarial: La medición de la huella de carbono es uno de los pasos clave para aumentar la ambición climática por parte de las empresas, ya que lo que no se puede medir, no se puede gestionar. Esta misma lógica se aplica para la economía circular, aunque a día de hoy no existe un marco global único de métricas e indicadores iguales para todos los sectores que permita comparar la medida de la circularidad empresarial. Sin embargo, si existen algunos marcos que permiten guiar a las organizaciones en este sentido.
Por último, el Reporting del desempeño circular es otro de los aspectos centrales a tener en cuenta. En materia climática existen distintos marcos de reporting (GRI, Carbon Disclosure Project, las recomendaciones del TCFD para el reporte de riesgos climáticos). Esta buena práctica todavía no existe para la economía circular, aunque se va avanzando hacia una estandarización. En este sentido, el documento argumenta que es necesario mencionar el proceso de actualización que GRI (Global Reporting Initiative) ha llevado a cabo durante el año 2020 para su estándar GRI 306, que pasa a llamarse GRI 306 – Residuos 2020. Las principales novedades de esta actualización van en línea con el cambio sistémico, ya que dicho estándar cambia la forma en que las empresas miden y entienden los residuos, respondiendo a las preocupaciones globales, como el aumento de la generación de residuos y el impacto en el medio ambiente, la sociedad y la economía.
De este modo, la publicación concluye que la década de la acción exige que las empresas avancen en estos tres aspectos: objetivos, medición y reporting, para lo que se sugiere inspirarse en todo el camino ya recorrido en materia de acción climática, y poder vincular ambos aspectos. Tenemos sobrada evidencia que nos muestra que la economía lineal debería estar ya en el pasado. Cambiar el curso de las cosas depende de todos, del accionar tanto del sector público como del privado. La ambición circular puede ser nuestra gran aliada en la construcción de un mundo mejor.
