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El agua es un recurso que se está agotando a causa del crecimiento de la población y el cambio climático. El último informe de la FAO advierte que en América Latina la disponibilidad de agua por habitante ha disminuido en un 22% en los últimos 20 años, y millones de agricultores se enfrentan a sequías que amenazan sus cultivos y ponen en riesgo su supervivencia. Es por esto, que la entidad internacional insta a las administraciones a realizar una gestión mejorada y más sostenible del agua para garantizar el acceso de toda la población a este preciado líquido.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura ha presentado su informe anual, en el cual advierte que los recursos de agua dulce disponibles por persona han disminuido en más de un 20% en las últimas dos décadas debido al crecimiento de la población y el desarrollo económico, exacerbados por el cambio climático, y de no tomar medidas la tendencia continuará. Lo más grave de esta problemática es la desigual distribución de este recurso a nivel mundial. La cantidad media de agua dulce por persona en 2017 fue de unos 43.000 metros cúbicos en Oceanía, mientras que apenas alcanzó los 1000 metros cúbicos en el norte de África y Asia occidental.

Según el informe anual más importante de la agencia El estado de la alimentación y la agricultura en el mundo más de tres mil millones de personas viven actualmente en áreas agrícolas con una gran escasez de agua y casi la mitad de ellos, 1200 millones, se enfrentan a graves limitaciones al respecto. Aproximadamente el 11% de las tierras de cultivo de secano del mundo, es decir, aquellas que dependen exclusivamente del agua de la lluvia y no tienen sistemas de riego, o 128 millones de hectáreas, enfrentan sequías frecuentes, al igual que alrededor del 14% de las tierras de pastoreo, o 656 millones de hectáreas.

En América Latina, el agua por persona ha disminuido un 22%, en el sur de Asia un 27% y en África Subsahariana hasta un 41%. En esta última región alrededor de 50 millones de personas viven en áreas donde la sequía severa tiene impactos catastróficos en las tierras de cultivo y pastizales una vez cada tres años. Según la FAO, las prácticas tradicionales que llevan a que el agua sea tratada como un bien gratuito a menudo crean fallas en el mercado. Un precio que refleja el verdadero valor del agua, por el contrario, envía una señal clara a los usuarios para que la utilicen de manera inteligente.

Entre 2010 y 2050, se prevé que las áreas de regadío cosechadas crezcan en la mayoría de las regiones del mundo y se dupliquen en África subsahariana, lo que podría beneficiar a cientos de millones de personas de las zonas rurales. El informe señala que, en algunos casos, los sistemas de riego a pequeña escala y dirigidos por los agricultores pueden ser más eficientes que los proyectos a gran escala. Este puede ser es un camino prometedor para el África subsahariana, donde los recursos hídricos superficiales y subterráneos están comparativamente subdesarrollados y solo el 3% de las tierras de cultivo están equipadas para riego, y donde la expansión del riego a pequeña escala puede ser rentable y beneficiar a millones de personas rurales. Sin embargo, muchos factores impiden que esto ocurra, como el acceso a financiamiento y crédito. El informe sostiene que para abordar estos problemas, será necesario invertir en la modernización de los antiguos sistemas de riego, así como en políticas eficaces.

La problemática es grave y requiere de esfuerzos conjuntos para resolverla. El informe aboga por una gestión mejorada del agua, respaldada por una gobernanza eficaz e instituciones sólidas que garanticen los derechos de todos al preciado líquido. En este sentido, el prólogo del informe publicado, el director general de la FAO, QU Dongyu, sostiene que “Con este informe, la FAO está enviando un mensaje contundente: la escasez de agua en general y en la agricultura deben abordarse de manera inmediata y audaz”.agua

El documento propone que los caminos para la acción van desde la inversión en la recolección y conservación de agua en áreas de secano hasta la rehabilitación y modernización de sistemas de riego sostenibles en áreas irrigadas. Estos deben combinarse con las mejores prácticas agronómicas, como la adopción de variedades de cultivos tolerantes a la sequía y herramientas mejoradas de gestión del agua, incluidas herramientas eficaces de asignación y fijación de precios del agua, como derechos y cuotas de agua, para garantizar un acceso equitativo y sostenible.

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