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Tras la pandemia y los meses de confinamiento, más de un ciudadano ha pensado en vivir en una zona rural o alejada de las grandes capitales. El contacto con la naturaleza se ha vuelto un lujo y un anhelo para la mayoría. Casi el 75% de los europeos viven en zonas urbanas y se espera que este número aumente en los próximos años según las estadísticas. El problema es que la forma en que planificamos y construimos nuestras ciudades es insostenible. Según el último informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente los países y ciudades de Europa necesitan urgentemente intensificar su adaptación a los efectos del cambio climático para evitar una crisis habitacional. Las medidas que hasta el momento se han tomado en el viejo continente resultan insuficientes.

La crisis de la COVID-19 ha dejado al descubierto diferentes problemáticas en casi todos los países. Las debilidades de los sistemas sanitarios, la necesidad de conectividad y el cambio climático son algunos de los ejemplos que emergieron con gran fuerza tras la pandemia. En este escenario, las grandes ciudades, a donde se dieron y se continúan dando la mayor cantidad de casos de contagios están en la mira. Dos informes de la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA) publicados el pasado 12 de octubre de este año, subrayan la necesidad urgente de tomar medidas en las urbes, tendientes a detener el cambio climático para mejorar la adaptación y la resistencia a nivel de los gobiernos locales y nacionales.

A pesar de la creciente conciencia de los efectos de la crisis medioambiental y de la necesidad de adaptarse, muchas de las ciudades y pueblos de Europa están luchando para hacer frente a los efectos de las olas de calor, las sequías graves y las inundaciones destructivas.  Abordar la adaptación al cambio climático en las ciudades es cada vez más urgente, ya que casi el 75% de los europeos viven en zonas urbanas. Además, la forma en que planificamos y construimos nuestras ciudades sigue siendo insostenible, según el informe de la AEMA "Adaptación urbana en Europa: cómo responden las ciudades y los pueblos al cambio climático". Concretamente, la continua construcción en llanuras de inundación, el aumento de la cobertura de las superficies del suelo con hormigón o asfalto, la pequeña cantidad de espacios verdes y la expansión urbana que invade las zonas propensas a los incendios forestales y los corrimientos de tierra están haciendo que las ciudades y los pueblos sean mucho más vulnerables.

El informe presenta la situación más reciente de la planificación y las medidas de adaptación al cambio climático en Europa a nivel local. Aunque muchas autoridades locales se han dado cuenta de la importancia de ser resistentes al cambio climático, los avances en la planificación de la adaptación siguen siendo lentos y escasos. La aplicación de las medidas de adaptación y el seguimiento del éxito de estas acciones son aún más lentos. El informe afirma que las medidas que se aplican actualmente se centran sobre todo en el desarrollo de conocimientos, la sensibilización o la elaboración de políticas. Las soluciones de adaptación física, como el desarrollo de más espacios verdes para reducir los impactos de las olas de calor o el ajuste de los sistemas de alcantarillado para hacer frente a las inundaciones repentinas, todavía no se han aplicado de manera uniforme en toda Europa. Si no actuamos pronto, el colapso de las ciudades será inevitable.

La adaptación de las ciudades también es necesaria desde el punto de vista económico. Las zonas urbanas son centros económicos clave donde se encuentran la industria y los servicios. Se necesita una acción concertada en todos los niveles de gobernanza, desde la Unión Europea hasta el ámbito nacional y local, para apoyar la adaptación urbana mediante un mejor acceso a los conocimientos y la financiación, el compromiso político y la participación de la comunidad, y la incorporación de la adaptación en todas las esferas normativas.

En otro informe de la AEMA, "Monitoring and evaluation of national adaptation policies throughout the policy cycle" (Supervisión y evaluación de las políticas nacionales de adaptación a lo largo del ciclo de políticas), se destaca la importancia de la supervisión, la presentación de informes y la evaluación, y se reúnen las lecciones aprendidas sobre cómo mejorar las estrategias y planes nacionales de adaptación en el futuro. El estudio también presenta ejemplos de cómo los indicadores pueden desempeñar un papel importante en el seguimiento de los progresos de la aplicación y ayudar a comprender la eficacia de los diferentes enfoques y medidas. Además de los indicadores locales y nacionales, otros indicadores a nivel europeo pueden mejorar el panorama de la adaptación en toda la UE.

El informe sostiene que es probable que los impactos más pronunciados del cambio climático en las ciudades europeas se deban a condiciones meteorológicas extremas, como olas de calor, fuertes precipitaciones, inundaciones y sequías, pero también están aumentando otros riesgos, como los incendios forestales y las enfermedades transmitidas por vectores. El número de ciudades y pueblos comprometidos a actuar en materia de adaptación al cambio climático ha aumentado considerablemente en Europa, apoyado por la importancia que se da a la adaptación urbana en las estrategias nacionales de adaptación, la política de la Unión Europea y los principales marcos internacionales.

Las alertas tempranas, la sensibilización y las soluciones basadas en la naturaleza surgen como medidas de adaptación eficaces y rentables. Sin embargo, el éxito de las medidas de adaptación depende en gran medida del contexto, la capacidad de implementación y luego la vigilancia y la evaluación de las soluciones aplicadas. En este sentido, la investigación resalta que la ausencia de una visión general única y completa de la planificación y las medidas de adaptación a nivel gubernamental en Europa impide una evaluación detallada del nivel de preparación para el cambio climático en el viejo continente. Es por esto, que los expertos de la Agencia Europea de Medioambiente, sostienen que es necesario racionalizar la vigilancia y la presentación de informes de los planes y medidas de adaptación locales si se quiere que la UE y los gobiernos nacionales apoyen eficazmente la adaptación.

Si bien es real que la determinación de las administraciones y la proyección de políticas públicas es importante para avanzar, el apoyo financiero es fundamental para posibilitar la adopción de medidas de adaptación. Para medir la eficiencia de la inversión, deben conocerse los gastos necesarios y planificados, así como los gastos reales. Aunque se está avanzando lentamente, gran parte de esta información sigue faltando hoy en día en la mayoría de los Estados. La financiación pública se orienta cada vez más hacia la adaptación al cambio climático, pero la financiación del sector privado es más difícil de identificar. Para que esto se haga realidad, será necesario crear conciencia, ya que la financiación privada será igualmente necesaria. En la lucha contra la emergencia climática en las ciudades todos los actores son importantes y su nivel de compromiso será determinante para el futuro.

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