La pirámide de población de España continúa su proceso de envejecimiento, medido por el aumento de la proporción de personas mayores, las que tienen 65 ó más años, que supondrá el 25% del total en el año 2033. Según cifras del INE y OECD, con una esperanza de vida media de 83 años, somos el segundo país más longevo del mundo, sólo superado por Japón, y en menos de 15 años se espera que la población centenaria española se multiplique por 3.
Ante este escenario, el estudio "Jubillennials: el impacto de la jubilación en la salud a partir de los 65 años" realizado por la aseguradora Vivaz Seguros de Salud junto a la Universidad Francisco de Vitoria de Madrid advierte de que estamos ante un gran reto, la transición demográfica. El aumento del número de personas que se aproximan a esta edad, consecuencia del 'baby boom', los nacidos entre 1960 y 1975, será un desafío para el Sistema Nacional de Salud (SNS) al suponer 24.000 millones de euros más de gasto sanitario en los próximos 30 años asociado a este intenso envejecimiento, según las estimaciones del Banco de España.
Además de ser de los países más longevos, el índice de 2019 de Bloomberg Healthiest Country asegura que España es el país más sano del mundo. Con esta premisa, tiene sentido presentar las motivaciones que han llevado a la aseguradora a realizar este estudio, en primer lugar porque no existen estudios en España que relacionen la salud psicológica con los habitos de vida, el estado de salud, y el uso de recursos sanitarios en la población entre 55 y 75 años. En segundo lugar, porque han querido saber cómo afecta la etapa crítica de cambio que supone la jubilación en el estado emocional y en las conductas de riesgo para la salud y en definitiva porque han querido conocer el estilo de vida de la población que se encuentra antes y después del final de la vida laboral.
Siendo así, el estudio desmitifica ciertos estigmas como que la calidad de vida de las personas empeora después de la jubilación, todo lo contrario, al adentrarnos en la realidad de la nueva generación de jubilados del siglo XXI bautizados como los "Jubillennials", el estudio les presenta como la generación que pisa fuerte, siendo la más longeva de la historia y la más activa, además de tener una vida más cómoda y de mayor calidad gracias, entre otras cosas, a la tecnología.
Aunque se llegue “agotado” al final de la vida laboral, este estudio demuestra que cuando nos jubilamos se reduce un 27% las personas con síntomas depresivos, a diferencia de los trabajadores que se encuentran al final de su vida laboral que rondan entre los 55 y 64 años y presentan mayores niveles de depresión. Las etapas de la vida con riesgo elevado de sufrir trastornos psicológicos son en la adolescencia, en el postparto y con el síndrome de "nido vacío" pero no durante la etapa de la jubilación.
De hecho, los jubilados, entre 65 y 75 años, recuperan los hábitos saludables como la actividad física y la dieta mediterránea: un 28% más realiza ejercicio de forma regular (al menos 3 veces por semana); un 12% más sigue una dieta mediterránea (consumiendo suficiente fruta y verdura); un 61% menos consume tabaco diariamente, un 6% menos consume alcohol y un 9% más tiene una mayor satisfacción con su vida social. Son más conscientes de la importancia de la prevención: vacunación gripal (+199%), chequeos generales (+9%) y mejora de la detección precoz del cáncer (+44%) y como es lógico, la edad no perdona y aumenta el consumo de medicamentos, o lo que llaman la polimedicación que es el consumo diario de 5 medicamentos, en más del doble tras la jubilación, por lo que la aseguradora fomenta la práctica constante de estos hábitos saludables en la vejez.
En cuanto al uso de recursos sanitarios, contrariamente a lo que se piensa, no existe una diferencia significativa entre las etapas previas y posteriores a la jubilación, quizás por causas económicas, suelen consultar menos a los especialistas, siendo los psicólogos los menos frecuentados. ¿Tendrá algo que ver con el aumento de su calidad de vida?