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La empresaria estadounidense, pionera en la inversión de impacto, propone un enfoque innovador para abordar los retos de la pobreza a través de una perspectiva a largo plazo de la inversión en ayuda. Es una de las mentes más brillantes del mundo de los negocios según la revista Forbes, y ha venido a Madrid para contarnos de primera mano cómo ha ayudado a las personas más desfavorecidas a ser autosuficientes con los 100 millones de euros que lleva invertidos.

Fue un honor poder conocer en persona a Jacqueline Novogratz en el evento tan acogedor y cercano que organizó el pasado miércoles Open Value Foundation. Todos los presentes estabamos deseando escuchar de qué manera esta empresaria estadounidense está revolucionando el mundo de la filantropía y sacando a la gente de la pobreza. ¿Quién es realmente Jacqueline Novogratz?

Pues bien, su historia tiene un antes y un después. Jacqueline Novogratz dejó su experiencia profesional en la banca internacional para dejar entrar un soplo de aire fresco a la importancia de vivir "una vida con significado". En su siguiente etapa, trató de entender las causas de la pobreza global y encontrar nuevas formas más poderosas y efectivas de enfrentarse a ella. Sus primeros inicios tuvieron lugar en el continente africano, hasta que decidió firmemente dar un paso más, creando Acumen, la organización pionera que dirige hoy.

Es una empresa de capital riesgo sin fines de lucro que trata de ayudar a las personas que viven por debajo del umbral de la pobreza invirtiendo en empresas sostenibles. Este fondo aporta recursos a empresas de pequeños emprendedores de países en vías de desarrollo, principalmente de Asia y África, que conocen bien a sus comunidades e idean soluciones de atención sanitaria, abastecimiento de agua, vivienda, energías alternativas y un sínfin de otros retos. La filosofía de Acumen es valorar a las personas de bajos ingresos no como beneficiarios pasivos de la caridad, todo lo contrario, como clientes y consumidores, en definitiva personas que en su día a día toman decisiones sobre su propia vida.

Con su delicadeza y entusiasmo contagioso, Jacqueline muestra de una manera a la vez divertida y desgarradora, cómo la filantropía tradicional a menudo falla y propone una nueva forma de inversión filantrópica llamada "capital paciente", que puede ayudar a que las personas sean autosuficientes y así cambiar millones de vidas. Con el Fondo Acumen creado, lo está haciendo posible, ha ideado un modelo que trata de zanjar el debate de la eficacia de la ayuda al desarrollo para presentar al capital paciente como una vía intermedia, o mejor dicho, como una tercera vía para enfrentar los retos de la pobreza.

Lo tiene todo, es un modelo que conjuga ambos puntos de vista, aprovecha lo mejor del mercado y lo mejor de la ayuda internacional. Es sabido que los mercados por sí solos no pueden resolver los retos de la pobreza como tampoco puede hacerlo la caridad ni la cooperación al desarrollo. Nos encontramos ante un escenario en el que dos tercios de la población mundial todavía vive en situaciones de exclusión económica, y la búsqueda de iniciativas innovadoras se impone con urgencia. El capital paciente, es una de esas iniciativas disruptivas que apuesta por empresas sociales que se encuentran en etapas tempranas, siendo el objetivo, no de obtener altos retornos financieros, sino de servir de enlace entre el mercado, basado en eficiencia y escala, y la filantropía que tiene un alto impacto social, exigiendo al mismo tiempo una rendición de cuentas como prueba de que el proyecto es sostenible a largo plazo. 

En tan sólo 18 años, los resultados hablan por sí solos, desde el año 2001, Jacqueline lleva invertidos a través de Acumen casi 100 millones de euros en 102 empresas de 13 países de África, Asia, América Latina y Estados Unidos. Los sectores que han recibido esa inversión son Agricultura (30 millones), Salud (28 millones), Energía (19 millones), Agua y Saneamiento (7,6 millones), Vivienda (6,5 millones) Educación (5,3 millones) y otros sectores (1,7 millones).

Su apasionante recorrido personal y su cambio de mentalidad queda plasmado en su libro “El suéter azul” que presentó en Madrid, el pasado miércoles 23 de octubre en la Fundación Rafael del Pino. El significado del título del libro no deja indiferente a nadie que lo escucha, cuando la autora tenía 12 años, un familiar suyo le regaló un suéter azul que tenía dibujadas unas cebras y que ella se ponía con mucha frecuencia, hasta que un día un niño del colegio se rio de la prenda y ella la donó a una organización de caridad. A los 25 años, Jacqueline se fue a trabajar a Ruanda y un día vio a un niño que llevaba puesto un suéter similar al que donó ella. Tras comprobar que en la etiqueta aparecía su nombre, aquello fue el antes y el después para decidir un cambio en su vida y dedicarse a ayudar a las personas más necesitadas con el impulso de pequeños negocios que les ayudaran a salir de la pobreza y a ser autosuficientes.

No se trata de una simple autobiografía sino de llamada a la acción, algo provocadora, para dignificar la vida de las personas con bajos recursos, repensar nuestro compromiso con el mundo y nuestro papel como agentes de cambio. 

El libro ha sido traducido al español por Open Value Foundation y Jacqueline donará sus derechos de autor a Acumen y a otras organizaciones que luchan por un cambio social. 

 

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