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Según las conclusiones del último estudio de OCU sobre la calidad del aire en las ciudades, se calcula que la contaminación atmosférica podría estar causando cerca de 600.000 muertes prematuras durante el año 2018 en Europa, lo que representa una reducción media de 2 años en la esperanza de vida de cada país y el doble de muertes de lo que se pensaba hasta hace poco. Francisco Vargas: "el código postal es más determinante en la salud de los ciudadanos que su propio código genético".

Además, según las conclusiones del último estudio de OCU sobre la calidad del aire en las ciudades, los valores de exposición de los ciudadanos a contaminantes en desplazamientos rutinarios en entornos urbanos como Madrid, Barcelona o Valencia son muy superiores a los límites y recomendaciones de la OMS. 

Ante esta problemática, y coincidiendo con la Semana Europea de Movilidad, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), organizó la semana pasada en Madrid la jornada: “El aire que nos asfixia”, con el fin concienciar sobre el alto nivel de exposición a contaminación atmosférica en ciudades con mayor densidad de población, su repercusión negativa en la salud de los ciudadanos y las medidas que se pueden tomar para solucionarlo. 

El formato de la jornada fue un debate moderado por Enrique García en representación de OCU y contó con la participación de ponentes relevantes como Andrés Alastuey del CSIC, Juan Bárcena, de Ecologistas en Acción, Samir Awad Núñez, de la Universidad Europea, Miryam Vivar, de OCU y Francisco Vargas del Ministerio de Sanidad, quienes han abordado el tema desde diferentes perspectivas. 

Francisco Vargas, médico-epidemiológico y subdirector general de sanidad ambiental y salud laboral del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social advirtió de los importantes riesgos y los efectos negativos para la salud de los altos niveles de contaminación en las ciudades, llegando incluso a apuntar que, actualmente, el código postal es más determinante en la salud de los ciudadanos que su propio código genético.  

Vargas apuesta por sistemas de movilidad menos contaminantes en las ciudades, como patinetes o bicicletas, pero siempre con un enfoque largoplacista, bien regulado y organizado. Además, Vargas es partidario de la educación y la promoción de medidas saludables en cuanto a la movilidad, pero también de la presión social, a través de medidas como la limitación del uso del coche, incentivos para usar el transporte público o incluso las multas. 

Por su parte, Andrés Alastuey, del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua del CSIC, ha expuesto datos preocupantes sobre la evolución de la contaminación en las ciudades en los últimos años y ha puesto de manifiesto que hay que tomar medidas para reducir las partículas contaminantes lo antes posible, especialmente las que provienen del tráfico, que son las que más efecto tienen sobre la salud.

Según Alastuey, para mejorar la calidad del aire, además de otras medidas, lo más importante es reducir la cantidad de coches que circulan en las ciudades y favorecer que los que más circulan, sean los más ecológicos, añadiendo que es fundamental favorecer el transporte público, debiendo ser este accesible, ecológico y económico para los usuarios.  

Juan Bárcena, coordinador del Área de Contaminación de Ecologistas en Acción, considera evidente que tenemos un problema con las emisiones contaminantes en la atmósfera de las grandes ciudades y destaca que el tráfico es la principal causa de estas emisiones. Bárcena transmitió que para solucionarlo, es imprescindible reducir el tráfico, algo que solo se consigue a través de un cambio en la mentalidad y en los hábitos de los usuarios y de más información y concienciación por parte de las autoridades. 

Bárcena apuesta además por seguir desarrollando medidas anti tráfico como Madrid Central, pero cree que se deberían ampliar también a otras zonas, como a los accesos de las grandes ciudades desde la corona metropolitana, a través del adecentamiento de los servicios de Cercanías o la inclusión de carriles bus en todas las vías de acceso, medidas que considera sencillas y económicas, pero de gran utilidad para reducir la contaminación atmosférica.

Samir Awad Núñez, profesor de ingeniería civil de la Universidad Europea, cree que la mejora de la calidad del aire no es un capricho, sino una necesidad. Sin embargo lamenta que a pesar de que el problema de la contaminación en las ciudades está diagnosticado desde hace tiempo, se aprecia poca voluntad por parte de las autoridades para solucionarlo, ya que la mayor parte de las medidas implantadas en los planes de calidad del aire no llegan a ejecutarse. 

Por este motivo, Awad promueve la creación de una Oficina Española de Calidad del Aire dentro de la Secretaria de Estado de Medio Ambiente, que garantice el cumplimiento de unos mínimos exigibles a cada Plan de Calidad del Aire en calidad y transparencia, aunque señala que esto no sería necesario si se hubiera puesto en marcha el Plan Nacional de Calidad del Aire 2017-2019 (Plan Aire II), insistiendo en la necesidad de ordenar el territorio como la mejor forma de afrontar el problema.

Por último, Miryam Vivar, del departamento de prensa y relaciones institucionales de OCU, ha destacado la importancia de que los usuarios sean conscientes del problema de la contaminación en las ciudades, y cree que para eso deben conocer cuál es el origen de este problema y las consecuencias que conlleva no solo para su salud como las enfermedades, la reducción de la esperanza de vida, los partos prematuros, sino también para la economía como el coste sanitario, doméstico y legal.  

Las conclusiones de los ponentes es la necesidad de adoptar medidas preventivas para abordar este problema basado en tres principios básicos: conocimiento, sensibilización ciudadana y educación ambiental y planificación urbanística. 

Con motivo de la Semana Europea de la Movilidad, OCU ha publicado su decálogo por la movilidad inteligente, en el que propone 10 medidas básicas que fomenten la movilidad y permitan conciliar el desarrollo con el cuidado del medio ambiente, de forma que se encuentre un equilibrio que permita seguir disfrutando de las comodidades sin destruir el planeta.

 

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