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El presidente del Grupo Red Eléctrica, Jordi Sevilla, conversa con Sandra Pina, socia de Quiero y directora de Sustainable Brands Madrid 2019, sobre el negocio responsable de las empresas, la innovación sostenible o la cultura corporativa. Además, reflexiona sobre el reto y la urgencia a la que nos enfrentamos como país a la hora de afrontar la transición energética: “Va a suponer un antes y un después en el sector energético”. REE será una de las empresas que participará en la V edición de Sustainable Brands en España, evento del que Diario Responsable es medio colaborador.

La V edición de Sustainable Brands Madrid 2019 va a girar sobre el ‘Moonshot Thinking’ que tiene que ver con la velocidad de cambio y la innovación disruptiva. Ante este ‘moonshot’ que tiene el ser eléctrico con la transición energética, ¿cuáles son las grandes barreras que tienen que abordar?

La transición energética es uno de los mayores desafíos que tenemos como país, tanto del sector energético en general, como del eléctrico en particular, y que es comparable a nuestro ingreso en la Unión Europea, pues se trata de una transformación a largo plazo, con compromisos que cumplir en 2030 y 2050 y que afectará a la manera en la que se produce, se transporta y se distribuye la electricidad, y también a la forma en que se consume. Se está cambiando todo el paradigma del sector energético porque vamos a producir energía más limpia proveniente del sol, del agua y del viento y transportarla en redes más eficientes e inteligentes que sean capaces de mover la energía bidireccionalmente. Además de tener mayor influencia en cómo y cuándo consumimos, incluso si autoconsumimos.

Con esta transición, las relaciones del sector variarán porque el consumidor va a ser un consumidor soberano que va a mandar mucho más de lo que mandaba hasta ahora. Va a ver más productores que hasta la fecha y van a surgir más agentes que intervengan produciendo electricidad que ya no van a requerir grandes instalaciones como ha sido hasta el momento. No es un desafío como el de llegada del hombre a la Luna, un ‘moonshot’, pero va a suponer un antes y un después en el sector energético.

¿Cómo se conjuga en una empresa como Red Eléctrica la estrategia país con la transición energética y los intereses privados de una empresa?

No es fácil, pero lo estamos consiguiendo. Somos una empresa privada que cotiza en el IBEX 35. El 80% de sus accionistas son privados y el otro 20% pertenece al Estado, que es un porcentaje muy importante. Trabajamos en un sector regulado, en la parte que tiene que ver con la electricidad, nos dicen lo qué podemos y no podemos hacer y a qué precio. Esta actividad regulada la compaginamos con ser una empresa privada que tiene que dar beneficios para sus accionistas y diversificar nuestra actividad no sólo en el sector eléctrico sino en el de las telecomunicaciones -con la adquisición de Hispasat- o nuestra actividad en países de América Latina, como en Chile y Perú donde tenemos una presencia muy importante. Por eso, REE está en un momento dulce siendo capaces de combinar lo mejor de lo público, porque prestamos un servicio público, con lo mejor de lo privado, porque lo hacemos de manera eficiente y rentable.

Cuando hablamos de innovación, ¿dónde hace falta innovar más y para qué?

La innovación nos arrastra en toda la cadena de valor, seguramente, no estaríamos hablando de la transición energética si no hubiera habido antes una innovación tecnológica que permitiera la generación de electricidad a través de energía fotovoltaica o eólica a un coste asumible y más barato que otras tecnológicas con las que compite, pero esa energía la tenemos que distribuir y transportar en redes inteligentes y es necesario innovar todavía más. En REE estamos inmersos en diferentes proyectos de innovación como el que estamos desarrollando de mantenimiento del tendido eléctrico gracias al internet de las cosas que nos permite incorporar sensores en toda la red, nos indica su estado, anticipa posibles averías y nos permite una reparación preventiva. Por otra parte, a nivel de distribución con la generalización del coche eléctrico y del autoconsumo, el consumidor va a requerir una conexión final diferente a la actual para su uso o para poder volcar la electricidad a la red. De este modo, el consumidor podrá vender energía o convertirse en un generador que necesitará un nivel muy fuerte de tecnología y de innovación. El problema es que como sector no sabemos almacenar la energía, salvo a través de las presas de agua, lo que nos complica mucho nuestra tarea ya que tenemos que equilibrar al milisegundo la oferta y la demanda porque no puede haber cortes de suministro eléctrico. Así, el gran desafío va a ser adaptar las baterías eléctricas como sistema de almacenamiento que puede hacer que la transición energética sea más llevadera.

¿Cómo se manejan y gestionan los cambios culturales en una empresa como REE?

Se manejan con mucho cariño y mucha insistencia. REE es una empresa tecnológica, que gracias a la inteligencia artificial puede manejar el Centro de Control Eléctrico y mantener el equilibrio entre la oferta y la demanda al milisegundo, que es de una complejidad enorme para dar servicio a todo el conjunto de España y sólo se puede llevar a cabo gracias a la tecnología, la programación, la inteligencia artificial y a las redes inteligentes. Por eso, tenemos que empezar a concebirnos como una compañía tecnológica. Así, el pasado mes de mayo hemos creado una empresa tecnológica destinada a impulsar la innovación en electricidad y telecomunicaciones desde una doble perspectiva, digital y física, que ayudará materializar oportunidades en este sentido y a hacer realidad proyectos en cualquier fase de desarrollo. El objetivo de esta empresa es dinamizar externamente, pero también internamente y contagiarnos de que nuestro principal activo es nuestro talento y lo que aportan nuestros ingenieros en tecnología, innovación y en gestión del cambio, pero también es verdad que tenemos que pedir ayuda y captar talento en universidades o en Europa.

Estos cambios son lentos, pero tenemos que hacerlos rápidos, porque la velocidad que imprime el mundo en el que vivimos no nos permite decir que tenemos 10 años por delante para cambiar, hay que cambiar rápido, coger la ola de la transición energética, que ya está creciendo y si queremos surfearla y dirigirla tenemos que hacerlo más rápido. Cariño y persistencia son las dos claves con las que intento gestionar los cambios culturales.

Hablan de modelo de negocio sostenible y responsable, pero qué destacaría de los cambios disruptivos.

Desde el Grupo Red Eléctrica gestionamos un servicio público, como es el acceso a la electricidad y las telecomunicaciones del que carecen millones de personas en el mundo. Prestamos un servicio público, que podemos decir que lo sabemos gestionar. Lo hacemos con criterios de empresa privada de eficiencia y rentabilidad, pero no podemos perder la razón de ser de nuestro negocio, cabalgamos sobre unas necesidades humanas como son el acceso a la electricidad y a las telecomunicaciones. A partir de ahí la empresa se tiene que configurar así misma. Estoy en una empresa en la que el Ebitda es muy importante, los beneficios son muy importantes, la cotización en Bolsa de nuestras acciones y la remuneración al accionista también lo son, porque sino no habría empresa. Si no ganáramos dinero, si la acción estuviera por los suelos, nadie la quisiera comprar o prestarnos dinero, la empresa no existiría, pero sólo por eso no puede existir la empresa. La empresa tiene que cabalgar sobre la necesidad de generar beneficio y rentabilidad y eso servicio público que tenemos que prestar a los ciudadanos. Ahí es donde se ubican todas las acciones de sostenibilidad que estamos haciendo. Nos acaban de dar un premio para replantar un bosque de posidonea marina en el Mediterráneo y nos están pidiendo ayuda para replicar el proyecto. También estamos contribuyendo a reponer la población de aves en determinadas zonas que se han podido ver afectada en la construcción de nuestra red. Estamos intentando dar un salto en lo que es una empresa que quiere hacer las cosas bien, que se note en su cotización en bolsa, pero también hacerlas bien para alguien para algo y para prestar bien un servicio público.

¿Cuál es su motivación para trabajar?

Uno no se levanta para que vaya bien la cotización en Bolsa. Me levanto por hacer bien nuestro trabajo, para que no haya un apagón, que podamos prestar bien nuestro servicio, que podamos llegar a más países porque podamos prestar los servicios en más países y podamos mejorar el acceso de la electricidad y de las telecomunicaciones a más personas. Por hacer eso es por lo que me levanto cada mañana. Hoy no entenderíamos vivir sin los teléfonos inteligentes y eso sin electricidad y sin telecomunicaciones no existiría.

¿Cuál sería su ‘Moonshot’ personal, su desafío y que le haga vibrar?

Aspiro a acabar con el presencialismo a romper esa sensación de que uno sólo trabaja cuando está en la oficina. La presencia física no garantiza ni la productividad, ni la eficiencia, ni el compromiso con lo que estás haciendo. El trabajador más productivo es el más contento, y si tu trabajo te lo permite gracias a la tecnología puedes ser más productivo trabajando en casa que en tu puesto de trabajo. Decía Taylor, el de la teoría del ‘taylorismo’ de la organización del trabajo por áreas, que la productividad mejoraba en una cadena de montaje al poner hilo musical. A lo mejor, ahora hay que buscar otras fórmulas de trabajar en otros sitios distintos y de manera distinta con horarios distintos y controles diferentes. 

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