Decir Carlota Mateo es hablar de emprendimiento, de energía, de éxito. Pero también es hablar de sabiduría, de experiencia, de intuición, de visión. Y, sobretodo, de equilibrio. El “burnout” que sufrió le hizo muy consciente de la necesidad de equilibrar la parte femenina con la masculina para estar conectado con la esencia. Aunque ella ya traía de serie una mezcla perfectamente proporcionada de visualización y acción, de intuición y razón.
Hoy, más conectada que nunca con su propósito, ha entrado de lleno en el campo y en la ciudad -de nuevo, el equilibrio-, para llevar lo mejor de cada mundo al otro.
Neus Portas.- Cuéntame sobre tu proyecto actual.
Carlota Mateo.- Pleneat es un proyecto que denominamos Campo-Ciudad porque tenemos líneas de negocio en ambos ámbitos, que lleva comida ecológica y de temporada a precios asequibles. Lo hacemos poniendo en combinación el mundo rural y el mundo urbanos, que entendemos que los dos se necesitan y se deben retroalimentar. Creamos líneas de negocio en ambos ámbitos: en la ciudad, estamos en comedores de empresas, con máquinas de vending y servicios de catering (y próximamente con delivery del menú del día a domicilio). Todo, 100% ecológico y certificado en todas las líneas de negocio.
Y en el campo, partiendo de un nodo de producción agropecuario que ya tenía mi socio, Juan, en La Manchuela (en Cuenca) queremos agrandarlo para tener más tierras de labor y empezar con granjas de pollo, huevos y transformación.
Lógicamente, no producimos todos los alimentos, pero sí buscamos que sean productos de proximidad (a poder ser, nacional) y, sobretodo, 100% ecológico certificado.
Así que buscamos un triple impacto: llevar comida saludable a la ciudad; ayudar a fijar población rural y cuidar el planeta. El tema de población rural es importante, porque hay varias zonas en el sur de Europa con una densidad de 1,6 hab/km2, cuando en Laponia es de 1,8. En España, lo tenemos en Cuenca, Guadalajara, Teruel, Soria y Huesca. Queremos fijar población ahí, gente que ha nacido ahí pero se va porque no tiene trabajo.
N.P.- Tu anterior proyecto era Rusticae, que aunque acabara impactando en el ámbito rural, no tenía una vocación de sostenibilidad como tal. ¿Cómo llegaste a este proyecto?
C.M.- Yo en 2013 tuve un burnout, lo que me llevó a un psicólogo y, después de 5 meses de terapia, cuando me dio el alta, me dijo: “Como resumen te digo que eres una mujer de fuertes ideales, de modo que, hagas lo que hagas en el futuro, intenta que esté alineado con tus ideales”. Así que me fui con este chip, hablé con mi socia para ir saliendo de Rusticae poco a poco para hacer un proyecto que me resonara. Como ella también tenía claro que no quería “jubilarse” en la empresa, preparamos una salida gradual y de preparación del relevo.
Casualmente, durante estos dos años, me fui un fin de semana a un hotelito ecológico de Rusticae y el dueño, Juan, que había tenido algunos restaurantes de comida ecológica, me contó su proyecto de cocina central para abastecer a comedores de empresa con comida ecológica. Y enseguida le dije que lo veía clarísimo y que me quería asociar con él. En realidad, nos acabábamos de conocer, pero con las personas soy muy intuitiva y sentí que el proyecto era muy especial y, además, él tenía mucha experiencia en emprendimiento y siempre muy enfocado a la excelencia. Así que en dos meses estábamos ya dando de comer en la primera empresa.
N.P.- Hablas de intuición a la hora de elegir al socio. ¿Crees que la intuición acierta más que la razón?
C.M.- En mi caso, desde luego que sí. A mi socia de Rusticae la conocí en un aeropuerto, debido a un retraso del avión. Y fue todo un acierto. Con Juan, siento lo mismo. Creo que las cosas, cuando tienen que pasar, pasan. Y si estás atenta, los trenes se cogen, pero hay que estar abierta a verlos. Pero es importante abrir esa ventana.
Afortunadamente, cuando conocí a Juan yo ya estaba lista para que pasaran cosas. De hecho, yo ni siquiera tenía que ir al hotelito de Juan: yo me iba a Portugal, pero en el momento de la reserva, se fue la luz y cuando volvió, en la home había un destacado del hotelito que Juan tenía en Cuenca y decidí ir.
N.P.- Y en todos estos años de emprender y aprender, ¿has establecido alguna forma de aprendizaje?
C.M.- Yo pregunto. No soy tanto de estudiar. Lógicamente, leo. Pero me he dado cuenta de que como más aprendo es preguntando, yendo a la fuente del conocimiento. De esta manera, voy mucho más enfocada a lo que necesito saber. Además, tengo la suerte de tener a mucha gente buena a la que acceder para tomar un café, preguntar y charlar.
Y es que yo aprendo en la conversación porque ahí es donde elaboro mi pensamiento. Esto lo he descubierto de mayor. He entendido que lo de sentarme a pensar no va conmigo, porque me disperso. Me fascina la gente capaz de pensar y luego plasmarlo en un papel. Pero yo no sé hacerlo.
N.P.- Para alguien que quisiera empezar un proyecto, ¿qué consejo le darías?
C.M.- Primero, saber si necesitas hacerlo solo o acompañado. Si tiene que ser acompañado (que es mi caso, clarísimamente), que la elección del socio se base más en criterios de afinidad humana que en términos de complementariedades técnicas. Porque lo importante, sobretodo si quieres hacer de tu proyecto un proyecto de vida, tienes que elegir bien a la pareja. Porque los skills siempre se pueden cubrir con expertos. Pero el compañero de viaje es importante que sea una persona con la que tienes afinidad en la manera de ver el mundo, en los niveles de ambición, en lo que quieres conseguir con ese proyecto…. Es que tener visiones diferentes hace que el proyecto sea viable o inviable. Lo resumiría en que se elige socio como se elige (bien) pareja.
Otra cosa que me parece importante es el tema tiempo. Sobretodo con la gente joven de hoy, que quieren que todo funcione rápido. Hay que saber que un negocio lleva tiempo: no sólo en horas al día -que son muchas-, sino en el tiempo que conlleva hasta que un proyecto funciona.
Y, por supuesto, perseverancia. Esto es lo más fácil, cuando tu proyecto te entusiasma. Por eso, es importante que te ilusione. Porque si lo haces sólo porque hay un hueco en el mercado o por dinero, es difícil aguantar.
N.P.- ¿Qué aprendizajes básicos crees que debe tener alguien que quiera iniciar un proyecto propio?
C.M.- Pues un barniz de empresa, de finanzas, de recursos humanos, de estructura, ayuda mucho a avanzar mejor. Aunque yo no soy el mejor ejemplo, porque me lancé sin tener ni idea. En cualquier caso, es básico saber que, por más que te formes y aprendas, nunca lo sabrás todo.
A mi me pasaba con el tema digital en Rusticae, que era la sensación de que cuando habías aprendido sobre una tecnología determinada, llegaba otra, que nunca estabas al día. Y un día, lijando una mesa del jardín con un amigo, tuve como una epifanía: quería hacer pan. Porque el pan siempre sería pan, no te cambian la fórmula cada pocos meses. Creo que fue el principio, sin saberlo, de mi proyecto.
- Test para emprendedores con actitud
N.P.- Dime un proyecto que te gustaría haber creado.
C.M.- Ecoalf.
N.P.- Lo bueno y lo malo de emprender.
C.M.- Lo bueno es que eres dueño de tu propio destino. Lo malo es que a menudo estás con una sobrecarga de responsabilidad que te puede llevar a una sobrecarga emocional, duro de sobrellevar.
N.P.- Si pudieras reinventarte, ¿que serías?
C.M.- Pues creo que sería yo otra vez.
N.P. ¿Cuál es tu mayor talento?
C.M.- Tengo dos. Uno es mi capacidad de generar relaciones de confianza, la parte humana. Y, por otro lado, el enfoque que tengo hacia la excelencia. Aunque este último es para lo bueno y para lo malo, porque también tiene un lado oscuro.
N.P. ¿Y tu mayor hobby?
C.M.- Estar con mis amigos.
N.P.- ¿Cuál es tu propósito vital?
C.M.- Pues lo tengo incluso escrito para un ejercicio que tuve que hacer para un curso en Harvard a partir de un libro que se llama “Finding your true north”.
Mi propósito vital sería: “A través del amor, despertar el sagrado femenino en nosotros mismos para reconectarnos entre nosotros y con la naturaleza.”
A través del amor, porque quiero hacerlo sin confrontación, facilitando y acompañando. Y el sagrado femenino porque después de mi burnout aprendí que es importante equilibrar el lado femenino y masculino que todos tenemos. Cuando el femenino no está al nivel del masculino -que es lo más normal hoy en día-, se pierde el contacto con la naturaleza y nuestro entorno. Así que hay que elevar el lado femenino en todos, hombres y mujeres.
N.P.- ¿Tu héroe o heroína en la vida real?
C.M.- Hay mucha gente que me inspira, gente que está cambiando el mundo. Muhammad Yunus, por ejemplo: cuando era adolescente, leí una entrevista que le hicieron, que me impactó. Y el otro día, que le oí en la Fundación Biodiversidad, me emocioné viendo el impacto que está generando.
Pero hay mucha gente como él, que me inspira. Y también gente anónima, como puede ser mi abuela María, que fue una valiente, luchadora y que encima era un amor. Hay muchas personas anónimas que son verdaderos héroes.
N.P.- Algo que no soportes…
C.M.- La deslealtad.
N.P.- Algo que te fascine..
C.M.- La naturaleza.
N.P. ¿Cómo llevas los lunes?
C.M.- Fenomenal. Y no solo los lunes, sino también los domingos por la tarde.
N.P.- El libro con el que más hayas aprendido.
C.M.- Pues más bien ha sido un artículo que leí hace muchos años en el semanal de El País, titulado “El agua, causa de la 3a Guerra Mundial”. Tomé conciencia de la gravedad del tema, me impactó muchísimo, creo que fue el origen de mi sensibilización por el tema medioambiental.
N.P.- Termina estas 3 frases: Si algo no funciona...
C.M.- ...celébralo.
N.P.- Yo solo no puedo cambiar el mundo, pero …..
C.M.- ...sí que puedo.
N.P.- Por último, una frase que te defina:
C.M.- No es una frase como tal, pero sí que hay un pensamiento que rige lo que hago que es “No a cualquier precio”.
Gracias Carlota por tu energía, por tu visión emprendedora y tu misión de impacto. Por mostrar cómo empezar pequeño pero pensar en grande.