El estudio Caminos hacia la paz: Enfoques inclusivos para la prevención de conflictos violentos", el primero de estas características realizado conjuntamente por el Banco Mundial y las Naciones Unidas, dice que el mundo debe reorientar su atención en prevenir la violencia como un medio para lograr la paz. La clave "es identificar los riesgos con antelación y trabajar estrechamente con los gobiernos para mejorar la respuesta a estos riesgos y así reforzar la inclusión". Además, el informe demuestra que a prevención es muy rentable y dibuja tres posibles escenarios que podrían suponer ahorros que oscilan entre los 5.000 y los 70.000 millones de dólares anuales. Según datos extraídos de conflictos como el de Haití, Ruanda o Somalia, por cada dólar invertido en prevención, se podrían haber ahorrado hasta 7 dólares en costes posteriores.
Desde 2005, las muertes relacionadas con guerras se han multiplicado por diez, alcanzando su punto más alto en 2015. Además, el número de personas forzadas a abandonar sus hogares alcanza cifras récord. De hecho, se estima que hay unos 65,6 millones de personas desplazadas o refugiados y la mitad de ellos son niños, muchos de ellos separados de sus familias.
Actualmente, el gasto en prevención representa solo una fracción de lo que cuesta "arreglar" una crisis. Un cambio hacia inversiones en desarrollo inclusivo y sostenible, junto con el fortalecimiento de los esfuerzos diplomáticos y de seguridad y abordar la desigualdad y la exclusión, que a menudo conducen a conflictos, podría reducir significativamente los costes, según el informe.
Las guerras son una de las principales causas de la pobreza en el mundo. Y se calcula que, en 2030, más de la mitad de los pobres del mundo vivirán en países afectados por altos niveles de violencia, lo que puede significar un gasto en torno a 50.000 millones de dólares anuales en ayuda humanitaria. Sin embargo, el informe también señala los conflictos ocurren no sólo en países con pocos recursos, por lo que ser capaces de generar riqueza no es una garantía contra la violencia. Por ello, propone un conjunto de recomendaciones de políticas y pasos específicos independientemente del nivel económico del país. Por ejemplo, abordar los riesgos antes de que los agravios se arraiguen; fomentar la participación de mujeres y jóvenes; y cambiar hacia políticas más inclusivas que garanticen un acceso más equitativo a los recursos naturales, los servicios básicos, la seguridad y la justicia.
El estudio subraya que los países con más probabilidades de éxito son aquellos en los que más se moviliza la sociedad civil y más se compromete el sector privado para mediar en las tensiones.
En palabras de Jim Yong Kim, presidente del Banco Mundial, "cada vez está más claro que los conflictos son uno de los mayores obstáculos para acabar con la pobreza". Además, "afectan a un número creciente de personas dentro de los países, pero no se limitan a las fronteras nacionales, y sus efectos indirectos pueden poner en peligro regiones enteras y plantear riesgos en todo el mundo. La prevención de conflictos violentos es uno de los desafíos de desarrollo más críticos de nuestro tiempo, y requiere más recursos, enfoques innovadores y una intensificación de la colaboración entre los actores internacionales".