Ya están aqui, otra vez, la fiestas navideñas, el momento de mayor consumo del año. La Coordinadora Estatal de Comercio Justo (CECJ) recuerda a los y las consumidores la importancia de conocer quiénes elaboran los artículos que compran y, sobre todo, en qué condiciones. Detrás de muchos productos se esconden situaciones de explotación laboral, formas modernas de esclavitud, explotación infantil y grave degradación del medio ambiente.
.El Comercio Justo se basa en criterios como asegurar unas condiciones de trabajo dignas y seguras, el pago de un salario adecuado, el mismo para ellos y ellas ante las mismas tareas, la no explotación laboral infantil y la producción a través de procedimientos respetuosos con el entorno natural. Constituye toda una red presente en 75 países, en la que participan más de 2000 organizaciones productoras de América Latina, África y Asia, que agrupan a más de 2 millones de personas. De ellas, el 75% se dedican a la producción de alimentación o materias primas como el algodón. El resto, unas 250 entidades, se dedican al textil y a la artesanía.
En nuestro país, el consumo de Comercio Justo en 2016 alcanzó los 40 millones de euros, un 15% más que el año anterior. Pese al aumento, España, con una media de gasto en Comercio Justo de 80 céntimos por persona en el último año, sigue a la cola en relación a otros países europeos, donde el consumo medio es de 13’7 euros.
En España existen 75 tiendas de Comercio Justo gestionadas por las organizaciones de la CECJ. Su gama de artículos va desde la alimentación hasta juguetes, complementos, cosmética natural, decoración o papelería. Los productos que se distribuyen aquí proceden de 242 organizaciones de más de 40 países. El 80% de estas organizaciones productoras son cooperativas, fundaciones o asociaciones.
Es un a decisión personal.