Las empresas y las instituciones académicas, como las personas, se estructuran y alinean con fines concretos vinculados a contextos cada vez más globalizados, tecnológicos y cambiantes. Aunque las inteligencias digitales pulsan definitivamente por dirigir los procesos de cambio en todo el planeta, son algunas “inteligencias orgánicas privilegiadas” las que deciden, guiados por las leyes del mercado, el curso de la economía, la educación y la salud de la población. ¿Es lícito que unos pocos líderes tecnológicos no electos tomen decisiones por el conjunto de la humanidad? ¿Es posible que estén tomando decisiones equivocadas? ¿Podemos hacer algo al respecto?