La pandemia parece haber acelerado una transformación hacia una economía desmaterializada. La inversión en activos intangibles que sustentan la economía del conocimiento o del aprendizaje, como la propiedad intelectual, la investigación, la tecnología y el capital humano, ha aumentado inexorablemente durante el último cuarto de siglo, tendencia que ha ido en ascenso en los últimos meses. Una investigación realizada por la consultora McKinsey analiza algunas aristas del funcionamiento de las compañías en este nuevo escenario y sostiene que, las economías que experimentan un crecimiento de la inversión en intangibles también registran un crecimiento de su productividad.