Desde el año 2020 la vida no es como era. El miedo, la incertidumbre y una sensación de no futuro se ha instalado en los corazones de las personas. Las noticias no ayudan. Si no hay un virus, hay una guerra o, si no, una recesión. Se nos invita a vivir bajo mínimos, se nos recomienda un menor consumo de alimentos y de energía. Se impone el ahorro. Poco a poco, vamos cediendo, vamos aceptando una nueva manera de estar en el mundo: callados, obedientes, tratando de hacer lo que siempre hacíamos, como si pensáramos que ello pudiera devolvernos un poco de esa felicidad que sentimos que hemos perdido.