Hace muy pocos días he tenido la fortuna de vivir una de aquellas experiencias que en los países desarrollados podemos catalogar como “experiencia vital” y que en los menos desarrollados lo llaman simplemente vivir. He estado junto a un grupo de voluntarios en Koro Island (República de Fiyi), conviviendo con las familias de Navaga Village e impulsando el desarrollo de los niños que asisten a las escuelas de las aldeas contiguas.