A pesar de la creciente concienciación social y de la puesta en marcha de iniciativas nacionales y supranacionales, llegamos a una nueva conmemoración del Día Mundial del Medio Ambiente, constatando con preocupación cuan lentos son los avances en los acuciantes problemas ambientales a los que se enfrenta el planeta. El tiempo es un factor clave, urge adoptar las medidas necesarias porque nos acercamos de manera acelerada a un punto de inflexión en el que el daño puede ser irreversible.
La pandemia de la Covid-19 ha ralentizado el impulso que se había ganado en los últimos años, aplazando inevitablemente la emergencia climática. Pero también es cierto que la crisis sanitaria ha puesto en primer plano la relación entre el deterioro medioambiental y la salud. La propia Organización Mundial de las Salud (OMS) apunta a que detrás del coronavirus y de otras epidemias se encuentra la alteración de los ecosistemas naturales. Si para combatir la pandemia hemos asistido a una movilización global sin precedentes, cabe pensar que se pueden impulsar los compromisos medioambientales mundiales con el mismo sentido de urgencia. Ahora que, poco a poco, empezamos a recuperar la normalidad, es necesario reconducir de nuevo el foco hacia la emergencia climática.
Precisamente, en una fecha tan simbólica como el 5 de junio el objetivo es recordar la sensible situación medioambiental que atraviesa el planeta y crear conciencia de la necesidad de colaboración internacional. Las acciones tienen que venir de todas las direcciones. No podemos pretender que sea únicamente la sociedad la que tome consciencia y cambie su forma de hacer (y consumir), ni el cambio puede venir exclusivamente a base de legislación o de inversión tecnológica. Debemos apostar por modelo mixto donde la investigación y la inversión en tecnología esté en el centro, que se acompañe de legislación y de un cambio de mentalidad por parte de todos, de la sociedad y de las empresas. De forma separada, no conseguiremos llegar a provocar el cambio que el planeta, y nosotros, necesitamos.
Necesitamos políticos que impulsen este cambio de paradigma, empresas innovadoras que lideren los cambios que el modelo productivo necesita y consumidores concienciados que sepan que sus decisiones de compra (y no compra) son las que pueden perpetuar un sistema insostenible o impulsar a quienes han entendido que hay que repensar la forma de hacer y entender el mercado.
Es momento de acelerar el cambio hacia un modelo sostenible y asumir la responsabilidad que cada uno de nosotros tenemos en este reto global. El Día Mundial del Medio Ambiente no hace sino recordarnos que el tiempo juega en nuestra contra.