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El aumento de la población en las ciudades está causando un aumento de la escale de riesgo urbano ante las posibles tensiones que puedan ocurrir en las ciudades. La ciudad resiliente quiere dar respuesta y mitigar los posibles desastres por medio de diferentes medidas.

A medida que el siglo 21 se desarrolla, una mayoría creciente de la población mundial vivirá en las ciudades. El bienestar humano en las ciudades se basa en una compleja red de instituciones interconectadas, las infraestructuras y la información. Las personas se sienten atraídas por las ciudades como centros de actividad económica, la oportunidad y la innovación. Pero las ciudades también son lugares donde se acumulan tensiones repentinas o choques que pueden dar lugar a la descomposición social, colapso físico o privación económica. La incertidumbre y la presión  causada por los alimentos, el agua y la seguridad energética, el cambio climático, la enfermedad, la fluctuación económica, la urbanización y el malestar social, entre otros, plantean desafíos a la vida urbana y las administraciones  que las regulan.

La escala de riesgo urbano es cada vez mayor debido al número de personas que viven en las ciudades. El riesgo también es cada vez más impredecible debido a la complejidad de los sistemas de la ciudad y la incertidumbre asociada con muchos peligros, particularmente el cambio climático que está provocando un aumento de riesgos. Lo podemos comprobar en la siguiente gráfica desde EM-DAT. OFDA/CRED International Disaster Database aquí.

El concepto de  resiliencia en la  ciudad responde a este reto proporcionando una articulación accesible, basada en la evidencia de la capacidad de recuperación de la ciudad. Tanto desde la perspectiva de evitar pérdidas humanas como desde el punto de vista económico. El eslogan podría ser… ¡Si prevenimos, evitamos!

Numerosas investigaciones han demostrado que las ciudades resilientes demuestran varias cualidades que debemos de comprender y que en realidad están interconectadas entre sí como podemos ver en la rueda siguiente formada por el informe de Arup

Las cualidades que deben tener las ciudades para “prevenir”: 

El recordar.  Es acerca de la capacidad de aprender del pasado y actuar en tiempos de crisis. Los individuos y las instituciones que reflejan la experiencia de un pasado para informar en las  futuras decisiones y modificar las normas y comportamientos en consecuencia.

Ser ingeniosos.  Las personas y las instituciones son capaces de reconocer formas alternativas de utilizar los recursos en tiempos de crisis con el fin de satisfacer sus necesidades o lograr sus metas. Por ejemplo,  en lugares donde existen muchos terremotos el suministro de agua normalmente es interrumpido, las canalizaciones se resquebrajan, una opción es realizar pozos por barrios para poder suministrar agua si las infraestructuras no funcionan. Un tema muy importante en caso de sismos, aunque no lo parezca.

Flexibilidad. Son cualidades que ayudan a concebir sistemas y activos que pueden resistir los choques y tensiones, así como la voluntad de utilizar estrategias alternativas para facilitar la recuperación rápida. Los sistemas pueden ser hechos  más flexibles  a través de la introducción de nuevas tecnologías o conocimientos, incluyendo el reconocimiento de las prácticas tradicionales. Por ejemplo, en tiempos de crisis, ciudades pueden redistribuir los autobuses públicos para evacuaciones de emergencia.

Un diseño robusto. Hay que pensar en el futuro, por lo que las infraestructuras deben  de ser concebidas y pensadas con diseño a futuro, calculando lo inesperado o lo “poco creíble”.

Redundancia. Se refiere a capacidad de reserva deliberadamente creada para acomodar interrupción debido a las presiones extremas, los aumentos repentinos de la demanda o un evento externo. Eso incluye la diversidad, donde hay múltiples maneras de lograr una determinada necesidad. El ejemplo típico es referente al marco energético.

Inclusivos.  Se refieren a los procesos de buen gobierno y liderazgo efectivo que asegurar que las inversiones y las acciones son apropiadas. Los procesos inclusivos o integrales hacen hincapié en la necesidad de una amplia consulta y participación ciudadana para crear un sentido de propiedad compartida o una visión conjunta para aumentar la resiliencia de la ciudad.  En caso de desastre o crisis, los ciudadanos se pueden ayudar entre sí dado que forman una única identidad  siendo imposible que desde los servicios oficiales  puedan  llegar a todas partes con la ayuda necesaria. 

Integrado. El trabajar juntos, desde la administración hasta el último usuario pasando por todas  los entes que forman la ciudad deben de estar conectados y trabajar juntos para lograr una ciudad más efectiva  con infraestructuras acordes a las necesidades y opiniones de todos los colectivos.

En este sentido,  desde un informe emitido por Naciones Unidas para la reducción de riesgos de desastres denominado “Cómo desarrollar ciudades más resilientes” podemos ampliar la información respecto de una temática tan importante.

Fuentes de información: OVACEN  y informe de Arup

 

 

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