El mayor problema que enfrentamos hoy en día las mujeres en el ámbito laboral es el síndrome del impostor. Hay estudios que muestran que 3 de cada 4 mujeres reconocen haber experimentado este síndrome alguna vez. Mujeres altamente capaces y exitosas dudan de sus logros y piensan que no los merecen o que son resultado del azar, porque no se consideran lo suficientemente buenas. Sufrir este síndrome puede acabar afectando enormemente la carrera profesional de una mujer, pues estas acaban aceptando menos dinero, no pidiendo aumentos salariales, o no tomando oportunidades de crecimiento por miedo al fracaso.
Muchas veces, las raíces de este trastorno se encuentran en la educación recibida en la infancia, donde se nos enseña a las mujeres a ser cautelosas y a mantener un perfil bajo. La primera medida para evitar este trastorno es la educación de nuestras hijas, evitando traspasarles estos prejuicios. Pero para mí, lo más importante es que aprendamos a poner en valor nuestros éxitos, en su justa medida, porque si nosotras no lo hacemos, nuestras hijas tampoco lo harán".