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La financiación de la Economía Social: más allá del dinero

En medio del vertiginoso crecimiento de la Economía Social a nivel mundial, surge un debate crucial que nos invita a reflexionar: ¿quién financia este movimiento desde sus valores intrínsecos y quiénes se han sumado al carro de la sostenibilidad para beneficiarse de subvenciones públicas y lucir bien en su portfolio?

Hace pocos meses, aquellos que entendemos la necesidad de una economía diferente vivimos una admisión histórica por parte de las Naciones Unidas (ONU) quien reconocía el papel fundamental de la Economía Social y Solidaria (ESS) en la promoción del desarrollo sostenible y en los desafíos sociales. Este beneplácito es una conquista en el camino de las entidades que conforman la economía social a nivel mundial. Nos reafirma en el hecho de que la ESS acarrea el potencial de transformar economías, empoderar comunidades y promover un crecimiento inclusivo a través de la búsqueda de un triple beneficio: económico, social y medioambiental. 

La economía social también ha estado ganando batallas en la conquista por el reconocimiento en territorio europeo. En los últimos años, la Unión Europea (UE) ha dado pasos para aceptar la economía social como un poderoso motor del cambio. Hechos que lo demuestran son, entre otros, la adopción del Plan de Acción de la Economía Social Europea (SEAP) en 2021, que ha desempeñado un papel crucial en la concienciación sobre el potencial de la economía social. El plan se rige sobre tres pilares principales: crear un entorno propicio para el desarrollo de la ESS, desbloquear el potencial de la economía social en la contratación pública y mejorar el acceso a la financiación para las organizaciones de economía social.

A su vez, la Comisión Europea también adoptó una recomendación hecha al Consejo sobre el desarrollo del marco contextual para la economía social. La propuesta tiene como objetivo crear las condiciones adecuadas para que la ESS europea prospere y, para ello, requerirá de un sólido marco político. Esto incluye los sectores de la tributación, la financiación, la contratación pública y las ayudas estatales que deben adaptarse a las necesidades de la economía social.

Las finanzas éticas son una parte integral de la economía social al proporcionar apoyo, tanto financiero como de otras índoles, a las organizaciones de la economía social. Desde la Federación Europea de Bancos Éticos y Financiadores Alternativos (FEBEA), hemos trabajado por una mejor financiación para las organizaciones de este sector desde nuestra fundación en 2001. Por lo tanto, celebramos los recientes avances tanto a nivel de la UE como a nivel internacional que parecen dirigirse en nuestra misma dirección. Si bien reconocemos la intencionalidad detrás de estas políticas, también creemos que es esencial manifestar críticas constructivas para maximizar su potencial impacto y abordar ciertas preocupaciones, especialmente a nivel europeo.

Uno de los principales objetivos del SEAP para los próximos años planteado por la Comisión es el aumento del apoyo financiero, en parte gracias al efecto del Pograma InvestEU. Este programa pretende apoyar la inversión sostenible, la innovación y la creación de empleo en Europa. Está compuesto por un Fondo, un Centro de Asesoramiento y un Portal. El Fondo InvestEU combina diferentes instrumentos financieros de la UE gestionados de forma centralizada en un único instrumento. Está dividido en cuatro ventanas temáticas entre las que hay una específica para inversión social y capacidades.

InvestEU, un producto de garantías financieras en el marco de inversión social, permite a los miembros de FEBEA garantizar el acceso a la financiación para las organizaciones de economía social. Por ello, cuando el organismo europeo solicitó comentarios y críticas al programa presentado, desde FEBEA manifestamos que, a pesar de los esfuerzos, el presupuesto actual es insuficiente para satisfacer las necesidades de sus clientes y las organizaciones a las que pretende servir. Esto también se debe a que otros proveedores financieros convencionales, también solicitan estas garantías públicas para financiar organizaciones de economía social. ¿Es eso malo? Depende.

En los últimos años, el debate sobre la financiación de la economía social siempre se ha centrado en la cantidad de dinero disponible para esas organizaciones, sin tener en cuenta la calidad de los proveedores y productos, cuando, en la práctica, estas entidades valoran más la calidad de sus prestadores que la cantidad de los mismos. Necesitan entidades financieras que operen con los mismos valores y el mismo criterio con el que ellas actúan.

Mientras que la Comisión propone abrir las puertas a proveedores "convencionales", las financieras éticas respaldan firmemente la idea de reorientar la economía y las finanzas por otro camino. Primero debemos abordar las deficiencias de nuestro sistema financiero actual para poder cambiarlo, pero eso nunca podrá hacerse desde entidades financieras que operen con los criterios “convencionales” basados en maximizar beneficios frente al perjuicio social y medioambiental que puedan provocar.

En resumen, priorizar la calidad y la compatibilidad de los proveedores y productos financieros es esencial para el éxito y el impacto a largo plazo de las organizaciones de economía social. Trabajemos por un panorama financiero que realmente apoye el potencial transformador de la economía social, fomentando un desarrollo sostenible e inclusivo en beneficio de todas las personas.

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