El tiempo poco a poco se agota. Las Naciones Unidas y el Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPPCC) ya han lanzado un mensaje contundente: el próximo 2024 será el año límite para impedir que el daño ocasionado por las emisiones al plantea se convierta en irreversible.
Está claro que la apuesta por la sostenibilidad y la lucha contra el cambio climático debe ser una prioridad para todos los actores de la sociedad, pero, en gran parte, para las empresas. Sin embargo, aunque poco a poco vemos como las estrategias empresariales se empiezan a diseñar siguiendo criterios ESG (medioambientales, sociales y de gobernanza) todavía queda un largo camino por recorrer.
Además, en muchas ocasiones, las organizaciones pueden empezar con pequeñas prácticas, pero con un gran beneficio ambiental y que además también les pueden ayudar a ser más eficientes, así como a reducir costes.
En este sentido, una de las estrategias que siempre recomiendo es la implementación de políticas de papel cero para eliminar el uso masivo del papel dentro de las operaciones rutinarias de la compañía. Aunque, este tipo de prácticas se empezaron a poner en marcha hace unos años, todavía son muchas las empresas que no las han incorporado.
Sin embargo, si atendemos a las cifras, se calcula que la producción de una tonelada de papel implica la tala de hasta 24 árboles y cada millón de facturas impresas conlleva el uso de 10 toneladas de madera. Por tanto, disminuir el uso de papel en las organizaciones se traduce en una considerable reducción de desechos y la conservación de muchos árboles.
En nuestra firma, desde que implantamos y apostamos por el papel cero hemos reducido las emisiones de dióxido de carbono, la deforestación de bosques, el consumo excesivo de agua y, sobre todo, la acumulación de basura que dejaba el papel que desechábamos.
Además, nuestra plantilla se mostró, desde el primer momento, colaborativa e ilusionada con este cambio en la empresa. La mayoría de las personas estamos deseando convertirnos en protagonistas para frenar el cambio climático y asegurar un futuro al planeta.
Sin duda, como empresario animaría a los demás a no frenarse ante lo desconocido porque se pueden hacer las cosas diferentes, pero, sobre todo, más sostenibles. Y los beneficios son incomparables para nosotros como personas, para nuestras empresas y para la sociedad.
