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La verdadera magnitud de la sostenibilidad

Se percibe mucha agitación en el escenario regulatorio en materia de sostenibilidad y el peso que traslada a las empresas. Sin embargo, aunque sea lo más visible, no es este cambio normativo sobre el que debemos estar alerta.

Aquello para lo que debemos prepararnos es el profundo cambio de mercado. Es un cambio de mercado, con todos sus componentes, porque la Unión Europea así lo ha establecido y así ha diseñado su estrategia.

La estrategia de sostenibilidad europea busca el posicionamiento como líder de sostenibilidad mundial. Para conseguirlo, se han planteado dos objetivos estratégicos. El primero, y más tangible, está vinculado con el cambio climático, y es el de convertirse en el primer continente climáticamente neutro en 2050. El segundo objetivo, tiene una dimensión más económica y busca la transformación del modelo de crecimiento económico.

Estos dos objetivos son sumamente ambiciosos y para alcanzarlos la Unión Europea ha diseñado una hoja de ruta. Las palancas que van a accionar estos cambios son el capital como impulsor del cambio y la regulación como catalizador.

El primer paso en esta hoja de ruta es orientar el capital privado hacia esta transformación, para poder abordar un reto de tal magnitud. Desde la estrategia y regulación de finanzas sostenibles, se empuja al ámbito financiero a impulsar este cambio a través de nuevos filtros que valorarán los riesgos de inversión y condicionarán sus decisiones.

Y de ahí deriva la obligación de transparencia por parte de las empresas mediante el reporting. La transparencia reduce el riesgo y permite al sector financiero decidir financiar una actividad sostenible por encima de aquella que no lo sea. Puramente, porque tiene menos riesgo.

Este cambio del sector financiero va arrastrando poco a poco a las empresas. A las grandes por supuesto, pero también a las pequeñas a través de la cadena de suministro. En paralelo, los clientes y consumidores también entran en juego, a través de sus criterios de compra y a través de la normativa dirigida a ellos, que buscan garantizar que tienen la capacidad y la información para tomar sus decisiones y elecciones.

El impacto a las empresas viene derivado de toda esta demanda de información, viéndose presionadas a reportar sus cuestiones de sostenibilidad y a vincular sus datos financieros y no financieros. Ambas informaciones van a estar relacionadas, para que las actividades dentro del plan de sostenibilidad estén respaldadas por las cuentas financieras.

El impacto va a ser estratégico y transversal. Va a impactar a la empresa en muy distintos ámbitos: financiero, de compliance, de gobernanza, operativo, de recursos humanos. Y es estratégico porque hasta la fecha una empresa reportaba con efecto retrospectivo pero las reglas de juego cambian. El nuevo enfoque prospectivo obligará a las empresas a establecer objetivos y planes, monitorizando su progresión y explicando cómo las cuentas, especialmente el plan de inversiones de la empresa, respaldan ese plan. Las empresas van a tener que ser capaces de gestionar gran cantidad de datos y asegurar su fiabilidad, para cumplir con los requisitos de divulgación que se le requerirán.

El contexto descrito hace necesario acelerar esta transformación. En estos momentos hay empresas más avanzadas y otras que se encuentran a la espera de la obligación regulatoria, poniendo en riesgo su capacidad de adaptarse ante la intensidad y velocidad de los cambios.

El impacto regulatorio va a intensificarse en los próximos años, pero es importante entender el momento en el que nos encontramos. Es cierto que se trata de un gran desafío. Es un momento de reto para las empresas, que además de gestionar su día a día deberán abordar todos estos cambios en poco tiempo. Pero los siguientes tres años suponen una ventana de preparación.

Los ámbitos que son retos también son oportunidades, y las empresas cuentan un periodo muy valioso para prepararse ante la oportunidad que puede garantizar la competitividad y una buena posición en el mercado. La buena gobernanza será la clave para poder abordar todos estos cambios, y el modo en el que lideremos nuestras organizaciones determinará en la posición y grado de competitividad en que se encontrarán nuestras empresas en los próximos años.

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Opiniónunión europea

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