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Llevo tiempo dándole vueltas a un dilema que quiero compartir con vosotros… ¿es posible que una empresa petrolera sea sostenible? Vender camisetas por 5€ o producir infinitas colecciones diferentes al año, ¿es compatible con modos de producción sostenible? Producir automóviles, por muy eléctricos, híbridos y sostenibles que sean, ¿contribuye a una movilidad realmente sostenible y de futuro?

Si la respuesta a las preguntas anteriores es NO estamos condenando a la “insostenibilidad” inapelable a empresas con credenciales altísimas en sostenibilidad como por ejemplo Repsol, Zara o Toyota. Pero tampoco podemos negar que lo verdaderamente sostenible es eliminar la  producción de energía con minerales fósiles, acabar con el concepto de fast-fashion, ropa de usar y tirar, o cambiar a modelos de movilidad colectiva o sin automóviles privados.

Por otro lado, ¿cualquier empresa de energías renovables es per se sostenible? Todas las plantas de reciclaje, ¿son ejemplos de sostenibilidad? O vender productos de proximidad y ecológicos en bolsas de plástico individuales y de un solo uso. Porque incluso ofreciendo productos que contribuyan de manera decisiva a la sostenibilidad se puede caer en prácticas y modos de producción “insostenibles”.

Todo lo anterior me ha llevado a diferenciar entre dos criterios a la hora de evaluar la sostenibilidad de las empresas: su oferta de productos y servicios y sus procesos. Hay empresas con procesos muy maduros y sofisticados en términos de sostenibilidad en los que, sin embargo, su core de negocio es intrínsecamente insostenible (caso de la extracción de petróleo o la fast-fashion). Y por otro lado hay empresas con una oferta de productos sostenibles per se, pero cuyos procesos pueden producir impactos o efectos adversos en términos de sostenibilidad. ¿Tiene esto sentido?

Voy a presentarlo en un gráfico para ver si consigo explicarme mejor

Planteamos una matriz de dos entradas: sostenibilidad en la oferta de productos o servicios vs sostenibilidad de la gestión o procesos

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Y esto nos lleva a clasificar a las empresas (o sus actividades) en cuatro grupos:

  • Aquellas con una oferta comercial y unos procesos muy alejados de estándares aceptables de sostenibilidad (esquina inferior izquierda)
  • Aquellas con una oferta comercial que contribuye a la sostenibilidad, pero que no necesariamente siempre lo hace a través de procesos de producción sostenible (esquina superior izquierda). Estas empresas tienen que trabajar en sus procesos para hacerlos más ecológicos, o inclusivos, o transparentes, por ejemplo, moviéndose hacia la derecha de la matriz.
  • Aquellas con grados de sostenibilidad alta en su gestión y procesos, pero cuya oferta de productos o servicios sea intrínsecamente insostenible (cuadrante inferior derecho). Estas empresas tienden a moverse hacia modelos de negocio (en cuanto a su oferta comercial) más sostenibles (moviéndose hacia arriba en la matriz). Y de ahí los esfuerzos tanto de Repsol por redefinirse como “empresa de soluciones energéticas”, o de Zara por introducir colecciones de slow-fashion.
  • Y los “campeones”, aquellos con una oferta comercial y unos procesos con elevados niveles de sostenibilidad (esquina superior derecha)

Y es que, en definitiva, la estrategia va de oferta comercial y de gestión. Así que cuando hablamos de estrategia sostenible debemos tener en cuenta ambas dimensiones. ¿Tiene sentido?

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