Día Mundial de las Ciudades: adaptar las ciudades para la resiliencia climática. Las ciudades, para ser verdaderamente inteligentes, necesitan proteger y promover la salud de sus habitantes. Ello se ha intensificado a raíz de la pandemia de Covid-19, con ciudades abarrotadas y mayores tasas de contagio. Efectivamente, las infraestructuras de la ciudad deben contar con planes e instalaciones para cuarentenas, distribución de máscaras y vacunas, aislamiento de enfermos leves y favorecer la rápida conversión a camas de enfermos en UCI.
Hay que tener en cuenta que 43% de 238 millones de personas de 65 años o más en países de la OCDE vive en las ciudades. Además, 80 % de los habitantes de las ciudades están expuestos a una calidad del aire que viola los límites de la Organización Mundial de la Salud, sobre todo en países de ingresos bajos y medios. La contaminación del aire, a su vez, es una de las principales causas de enfermedades y dolencias, con 4,2 millones de muertes al año. No es de extrañar que “Ciudades y comunidades sostenibles” sea uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas para 2030. Al respecto es clave la reducción del impacto ambiental, para lo que se precisa un enfoque holístico, con reducción de emisiones y mayor eficiencia en el uso de recursos, sistemas de transporte sostenibles, acceso a espacios verdes y edificios más ecológicos. De esta manera la ciudad inteligente puede reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 10 % y la carga de morbilidad en un 15 %, según McKinsey.
Ahora bien, un requisito es el cuidado preventivo de la salud. Para ello la ciudad inteligente debe crear un entorno que promueva la vida saludable, una prioridad para planificadores y reguladores y una oportunidad para empresas e inversores.
Un ejemplo es la Torre Jian Mu de 51 pisos en Shenzhen, China, que proporcionará 10,000 m2 de espacio para agricultura aeropónica, lo que proporcionará alimentos de manera sostenible para 40,000 personas-. Absorberá 200.000 kg. de CO2 al año, proporcionará sombra al edificio, mejorará su eficiencia energética y reducirá la necesidad de aire acondicionado.
Otra forma de reducir la contaminación es alentar a las personas a usar alternativas a automóviles movidos por combustibles fósiles. Ello incluye mejor uso de la infraestructura de transporte público. Para ello ya existen aplicaciones que animan a las personas a viajar en períodos menos concurridos, cada vez más gracias al trabajo flexible. Hay que tener en cuenta que los trenes en Europa funcionan en promedio a 35 % de su capacidad, sobrante en horas valle. A ello se añade, la micro movilidad, desde bicicletas hasta scooters, lo que reduce la necesidad de automóviles y pueden tener beneficios para la salud de los usuarios. Para 2030, el mercado de la micro movilidad puede alcanzar un valor de 500.000 millones de dólares, según McKinsey. Esta tendencia puede acelerar la inversión en infraestructuras de estacionamiento y puntos de carga, así como un mejor diseño de la ciudad. Un ejemplo innovador en infraestructuras de la ciudad se da en Singapur, isla de recursos limitados de agua dulce y tierra, que cuenta con un nuevo sistema de alcantarillado y agua regenerada de alta calidad. NEWater, su empresa de servicios públicos, trata sus aguas en varias etapas, con microfiltración, ósmosis inversa y desinfección ultravioleta, de manera que se puede reutilizar en la industria y aire acondicionado. Además, en períodos secos, se añade a los embalses y se suministra a los consumidores.
El caso es que Covid-19 ha puesto de manifiesto la necesidad de mejorar la infraestructura de la atención médica, un área de crecimiento. Las ciudades deben mejorar el acceso a los centros de salud básicos y al tratamiento ambulatorio temprano. Al respecto determinadas aplicaciones tecnológicas permiten a los médicos consultar a sus colegas de forma remota y acelerar el diagnóstico. Por su parte el aprendizaje automático facilita el descubrimiento de fármacos. A ello se añade el creciente universo de la telesalud, con compañías como Teladoc Health Inc, que diagnostica, recomienda tratamientos y prescribe medicamentos para problemas médicos rutinarios mediante consultas telefónicas y en video. Otra compañía, Spitex proporciona millones de horas de atención y asistencia domiciliaria, vendajes, entrega de medicamentos, comidas y alquiler de sillas de ruedas. La tecnología también puede ayudar a los ancianos a mantenerse sanos e independientes más tiempo. En este aspecto se centra I-Home Lab Lucerne. Su sistema CleverGuard monitorea la carga de los dispositivos eléctricos de manera no intrusiva y detecta patrones inusuales, como una inactividad inesperada que podría ser signo de ayuda. Su sensor de luz iSens se puede instalar junto a la cama para alertar a los cuidadores de cualquier anomalía.
Son algunos ejemplos de que las infraestructuras en la ciudad inteligente deben evolucionar desde atender necesidades mínimas, cuando son poco atractivas para vivir y trabajar, a mejorar la calidad y coste de vida, facilitar la conectividad local, el empleo, limitar tiempo en desplazamientos, aumentar la seguridad y promover la sostenibilidad ambiental. Las ciudades de todo el mundo tienen que invertir para adaptarse a las necesidades de sus ciudadanos. Las correspondientes oportunidades conforman un universo cuya capitalización es aproximadamente cuatro billones de dólares con ganadores a largo plazo.