El IPCC tiene una definición clara de cero emisiones netas: las emisiones netas se logran cuando las emisiones antropogénicas de CO2 (producidas por el hombre) se equilibran globalmente con las eliminaciones antropogénicas de CO2 durante un periodo determinado.
Por tanto, las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) tendrán que equilibrarse en la segunda mitad del siglo para que la suma de todos los GEI emitidos por las actividades humanas sea cero.
No hablamos de "cero" sino de "cero neto", ya que es natural que sigamos emitiendo GEI, pero dentro de los límites de la capacidad de nuestro planeta para absorberlos. Por otro lado, el término "carbono negativo" lleva las cosas un paso más allá e implica eliminar de la atmósfera más CO2 del que emitimos. Y es probable que la humanidad tenga que hacerlo en la segunda mitad del siglo.
Los términos parecen sencillos y claros para el planeta en su conjunto, ya que el objetivo es eliminar de la atmósfera tanto gas de efecto invernadero como el que ponemos en ella. Pero a nivel de cada país, la cuestión se complica rápidamente. Y para las empresas, el objetivo es simplemente imposible de determinar.
En cuanto a los Estados, los objetivos de neutralidad del carbono han sido introducidos por la Unión Europea, China y Estados Unidos, con 59 países que han fijado objetivos hasta ahora.
La reducción de las emisiones de CO2 a un nivel cero neto ralentizará el calentamiento global, pero el impacto del CO2 que ya está en la atmósfera se sentirá durante siglos. En cambio, los gases de efecto invernadero de vida más corta, como el metano, sólo afectan a la atmósfera durante unos años o décadas. La reducción de estos gases limitaría su contribución al calentamiento global con relativa rapidez.
Los objetivos son difíciles de comparar y las definiciones siguen siendo vagas. Los detalles de las políticas de neutralidad varían enormemente. Algunos objetivos se centran únicamente en el CO2 mientras que otros abarcan todos los gases de efecto invernadero. Con ello, cada vez más empresas anuncian sus propios objetivos de neutralidad, cuyo número asciende ya a más de 400. Las empresas pueden optar por integrar sólo las emisiones directas (Alcance 1) o incluir las de sus cadenas de suministro y el uso de productos (Alcance 3). Algunos objetivos ni siquiera pretenden reducir de las emisiones, sino simplemente compensarlas con créditos de carbono.
Si cada actor se limita a compensar en lugar de reducir sus emisiones, no habrá suficientes compensaciones para todos. Pero en lugar de dejar que se vaya todo por el sumidero, digamos que estas medidas son un buen comienzo. Nuestro papel como inversores activos es mantener una mirada crítica y diferenciar las empresas. Es por ello que no todas las estrategias de cero neto son iguales. Y, sobre todo, no eximen a las empresas de empezar a hacer esfuerzos hoy mismo para conseguir reducciones absolutas en todo su ámbito de actuación.