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Durante el último año, hemos sido más conscientes que nunca de que sin un planeta sano y saludable, nuestra existencia se verá comprometida. Un planeta que muestra signos claros de agotamiento, pero que puede regenerarse si todos ponemos de nuestra parte.

Actualmente, empresas, gobiernos y organizaciones refuerzan la comunicación para recalcar su compromiso medioambiental, con la minimización de impactos gracias a la toma de decisiones valientes, que incluso transforman los modelos de negocio. La legislación verde también se acelera a nivel europeo y nacional, con el motor de los objetivos de la Agenda 2030.

Evidentemente, cualquier gestión del cambio requiere un enfoque multidisciplinar basado en la colaboración de todos los agentes, incluida la ciudadanía. Esta, según diferentes estudios, expresa habitualmente su preocupación por la emergencia climática, afirmando su predilección por marcas y productos sostenibles.

A esto ha contribuido, sin duda, un gran esfuerzo pedagógico y de concienciación por parte de múltiples actores. Por poner un ejemplo, las actividades educativas en el ámbito escolar están teniendo muy buenos resultados en los cambios de hábitos, ya no solo de niños y jóvenes, sino de las familias en su conjunto.

Efectivamente, sin comunicación no hay concienciación. Pero esta se enfrenta a un ambicioso reto: despertar la motivación en cada persona para implicarse. Informar no es suficiente; el desafío es la involucración. La suma de los esfuerzos de todos, y no solo una minoría de la población, nos llevará a cumplir con la Agenda 2030, que avanza, pero no al ritmo deseado.

Necesitamos CEOs realmente motivados dispuestos a liderar cambios estructurales. Necesitamos actores sociales y políticos dispuestos a generar debates abiertos y honestos para que las legislaciones sean efectivas y adecuadas a los diferentes contextos. Pero también necesitamos de una ciudadanía activa y dispuesta a introducir cambios en sus rutinas.

¿Cómo podemos pasar de la información a la persuasión? ¿Cómo activar la palanca de acción para que la sociedad tome los ODS como un proyecto propio? Primordialmente, todos nuestros mensajes deben ser veraces, creíbles y tangibles. Hacer palpables los objetivos, principalmente con una mayor localización: acercar un relato que hasta ahora se ha relacionado en exceso con las grandes potencias mundiales. ¿Cómo contribuir a los ODS desde los hogares, los barrios o las ciudades? Y, por supuesto, como despertar el interés en ellos.

Un mismo hecho puede tener diferentes enfoques, pero debería existir un punto convergente en todos los valores e ideologías: el bien común. Algo que nos remueva a todos. La COVID-19 ha sacado a luz nuestra capacidad para unirnos por causas comunes, remando en un mismo sentido. Estamos más concienciados con la volatilidad de nuestra vida; y precisamente este bien común puede ser un punto de inflexión como sociedad para dotar a los objetivos medioambientales del impulso necesario. Las cadenas de favores entre personas anónimas, surgidas a través de las redes sociales, son un ejemplo de cómo, cuándo existe una motivación, el impacto positivo es incalculable. Con pequeños gestos que suman valor.

Y despertar esa conexión con la naturaleza debe ser inherente al ser humano. Una llamada a la acción que nos lleve a reconectar con el fundamento de la vida: los recursos, el hábitat y los seres vivos con los que compartimos planeta. Haber disfrutado, y valorado, más que nunca de las zonas abiertas, debería incrementar nuestra conciencia medioambiental.

¿Podría ser el momento de tomar velocidad de crucero? Aquí comienza nuestro propósito como impulsores de los valores de sostenibilidad. Despertar la motivación en la ciudadanía. Con mensajes atractivos. Con argumentos sólidos. Dejando de lado el habitual relato corporativo. Mirando fuera de nuestras organizaciones y preguntándonos qué necesita el habitante de nosotros para dar un paso adelante y comenzar una infinita cadena de favores por el medio ambiente. Decía Rousseau que el hombre es bueno por naturaleza, toca demostrárselo a la  naturaleza.

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Opinión#EspecialMedioAmbiente2021

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