Hablar de Justicia Social es como hablar de una llama que ilumina muchas actividades, alumbra los cimientos de la sociedad y debe permitir que se construyan las acciones de responsabilidad social, tanto desde lo público como desde lo privado, bajo su haz de luz.
No se podrían entender esas acciones (es imposible) si no se persigue una sociedad igualitaria, integrada, con protección a los vulnerables y, en definitiva, justa. O lo más justa posible.
Sin embargo, en el actual escenario nacional e internacional existe una amenaza a que se pueda esgrimir con otros intereses que no son los que propiciaron la consolidación del concepto Justicia Social, que se celebra el 20 de febrero.
Igual que algunos (muy pocos) han utilizado la RSC para hacer greenwhasing y publicidad, no se pueden ahora justificar acciones o posiciones en defensa de la Justicia Social para lastrar libertades, crear dependencias económicas ante el Estado o que la equidad en algunos bienes y servicios suponga rebajar los niveles, en lugar de que todos los estratos de la sociedad mejoren.
Estamos en una revolución digital global, de comunicación, económica , laboral y sanitaria. Por eso mismo en un buen momento para pararse un segundo y pensar. Recordemos que en estos cambios, no podemos olvidar objetivos como el pleno empleo, los puestos de trabajo decentes y con los derechos adaptados a la nueva realidad. Sin mermar los derechos adquiridos en cuanto a bienestar social, Justicia y protección universal con igualdad de género.
Son tiempos convulsos. No bajemos la guardia luchando por la Justicia Social, ni dejemos que se argumente con otros fines distintos a los que han sido objeto de luchas y sacrificios de muchos durante décadas.