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Nos encontramos en un momento difícil, vivimos en un nuevo escenario desconocido dónde la incertidumbre se convierte en la única certeza. Todos conjeturamos sobre lo que es, lo que será o debería ser pero, nadie parece tener las respuestas. En este nuevo contexto, muchos nos preguntamos también qué pasará con la RSC, ¿esta crisis reforzará la responsabilidad social de las empresas o la relegará definitivamente a un segundo plano?

La nueva situación que estamos viviendo generada por el Covid- 19 viene a ser como una criba masiva de responsabilidad social empresarial, que ayuda a distinguir a aquellas empresas que, de verdad, han abrazado otra manera de ser empresa, otro modelo. Recientemente, el Manifiesto de Davos 2020 declaraba “el nuevo propósito universal de las empresas en la cuarta revolución industrial”. Este Manifiesto, en la misma línea que la Declaración de la Business Roundtable, insiste en la creación de valor para todos los grupos de interés como una nueva forma de capitalismo, entendido como un sistema integrador en el que las empresas no se basan únicamente en el beneficio económico y adquieren un nuevo papel en la sociedad.

Momentos críticos como el actual son los que ponen a prueba ese compromiso con todos los grupos de interés y ese papel imprescindible de la empresa ciudadana como agente social. Las reacciones empresariales ante la pandemia han sido variadas, podríamos aplicar como filtro el de aquellas empresas que han actuado bajo esta premisa: “las personas primero”.  Y es que en esto consiste la ética empresarial que, en momentos como el actual, supone un verdadero baluarte para tomar las decisiones correctas. Tener en cuenta a los grupos de interés no es más que es actuar priorizando a las personas, empezando siempre por el equipo humano, por garantizar su salud y seguridad y también, por conservar su empleo.

Muchas empresas en estos días han acudido a los ERTES como medida estrella para capear el temporal, es cierto que, en muchos casos, se trataba de garantizar la supervivencia, pero, en otros muchos se podía haber acudido a soluciones alternativas y creativas, tal y como refiere el prof. Fontodrona en su artículo “tiempo de prioridades” [1] porque realmente, hoy más que nunca, se trata de tener muy claras las prioridades.

Poner a las personas en primer lugar significa también, tener en cuenta a todas y cada una de las personas que forman parte del ecosistema empresarial, aquellas que componen cada eslabón de la cadena de valor, como los clientes o consumidores, que ahora necesitan que la empresa se reconvierta y ponga sus recursos a disposición de la sociedad, hemos visto, afortunadamente, numerosos ejemplos de empresas que se han adaptado para producir material sanitario. También los proveedores, como grupo de interés prioritario, es en este momento, cuando necesitan comprobar la veracidad de esa frase que aparece en el apartado dedicado a los proveedores de la web corporativa sobre “la construcción de relaciones a largo plazo basadas en el win-win y la creación de valor compartido”. 

Gestionar priorizando el bien de las personas, es decir de manera ética, coherente y responsable va de la mano de dos aspectos fundamentales que también están siendo protagonistas fundamentales en esta crisis: el liderazgo ético y el propósito empresarial.

The New York Times publicaba hace unos días una entrevista a Dov Seidman [2] sobre la importancia del liderazgo en la gestión de la crisis. Seidman incidía en la idea de que los líderes generan confianza a través de la integridad y la verdad y son estos líderes los que enfrentan las decisiones difíciles guiados por principios y valores y no por criterios políticos, de popularidad o beneficios a corto plazo. En esto principalmente consiste el liderazgo ético, signo diferencial de las empresas responsables.

Emmanuel Faber, CEO de Danone, argumentaba también en un reciente artículo que ninguna empresa podrá generar beneficios para sus accionistas, si antes no cumple con su labor social. Esta labor social de la empresa exige la pregunta por el propósito, entendido como la declaración definitoria de lo que la empresa quiere cambiar o mejorar en el mundo. 

Sin duda, es el momento de reconvertir nuestras empresas priorizando a las personas, reforzando el liderazgo ético y definiendo aquello que podemos aportar para mejorar el mundo. Aquello que hoy nos hace vulnerables puede ser el impulso para construir los cimientos de una sociedad más justa, más humana y más fuerte.

 

 



[1] Fontodrona, J., Tiempo de prioridades, IESE Blog. https://blog.iese.edu/empresaysociedad/2020/03/23/tiempo-de-prioridades/

 

[2]  We Need Great Leadership Now, and Here’s What It Looks Like  https://www.nytimes.com/2020/04/21/opinion/covid-dov-seidman.html

[3] Emmanuel Faber (Danone): “La justicia climática y social son urgentes ahora”

   https://elpais.com/economia/2020-04-25/emmanuel-faber-danone-la-justicia-climatica-y-social-son-urgentes-ahora.html

 

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