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El Nobel de Economía 2019 recayó sobre Abhijit Banerjee y Esther Duflo, dos economistas del MIT, y Kremer, adscrito a Harvard, por ‘su enfoque experimental para reducir la pobreza’. Una de las consecuencias positivas del legado de Alfred Nobel es la repercusión mediática de sus galardones, lo que permite sacar a la luz problemas que afectan a la sociedad y analizar cómo los resuelve la ciencia.

En el caso concreto del Nobel de Economía de este año, la repercusión ha sido quizás más pronunciada que en ediciones anteriores por dos aspectos: el primero, el área de estudio que se reconoce con el Nobel es la pobreza, uno de los problemas esenciales en Economía pero que quizás, por su complejidad del problema y su larga duración, no recibe atención frecuente en los medios. En segundo lugar, el Nobel ha sido muy comentado debido a las circunstancias personales de quien lo recibe. Dos de los galardonados, Banerjee y Duflo son pareja, y esta última es la segunda mujer en recibir dicho galardón en los 50 años de trayectoria del premio, además de la más joven.

La pobreza es multidimensional

La perspectiva de estos tres economistas es muy distinta a los tradicionales estudios en el campo de la teoría económica, en los que se asignaban fondos para aliviar la pobreza esperando una relación causa-efecto que consiguiera reducir la tasa de pobreza. Sin embargo, el resultado es que, a pesar de las ingentes ayudas económicas que se reciben, por ejemplo, en África, su PIB per cápita no progresa. No existe respuesta científica sobre qué habría ocurrido sin estas donaciones, pero hasta ahora tampoco se han ofrecido evidencias sobre la efectividad de las mismas. En contraposición a este enfoque, el trabajo de los premiados se basa en evidencias empíricas y rigurosos estudios de campo en los que se plantea el uso de determinados incentivos controlando y comparando sus resultados con otro grupo. Es decir, somete las políticas sociales a los mismos experimentos empíricos que se realizan por ejemplo para verificar los resultados de un medicamento.

El punto de partida es la consideración de la pobreza como un problema multidimensional que incluye la privación de múltiples necesidades básicas. Por tanto, no solo se trata de pobreza económica sino también de pobreza asociada a otras dimensiones como la educación, sanidad, la exclusión social o la financiera. Esta concepción de la pobreza subyace ya desde hace unos años en los propios indicadores que se utilizan para medir su incidencia, incluyendo ratios puramente económicos, como son las líneas de pobreza del Banco Mundial que miden la proporción de la población que vive por debajo de dos dólares al día, así como indicadores de pobreza multidimensional que incluyen otros aspectos más allá de los recursos económicos.

Experimentos sobre el funcionamiento de distintos incentivos para paliar la pobreza

Bajo esta consideración multidimensional de la pobreza, el trabajo de los premiados analiza de forma experimental qué actuaciones específicas funcionan en determinadas áreas y bajo qué condiciones. Es decir, no ofrecen una respuesta a cómo resolver el problema en su conjunto, pero sí son capaces de responder a cómo progresar en las distintas dimensiones de la pobreza. En otras palabras, proponen soluciones efectivas para resolver de forma microeconómica un gran reto macroeconómico. Por ejemplo, la forma más efectiva de acabar con la mortalidad infantil es la inmunización y, en este caso, comprobaron que funciona mejor asociar un incentivo en las campañas de vacunación, tal como ofrecer un kilo de comida. De igual forma, en educación comprobaron que es más efectivo convencer a los padres sobre la importancia de que los niños acudan a la escuela, modificando la costumbre de concentrar los recursos destinados a la educación en un hijo en detrimento de los demás.

En otros casos, obtuvieron conclusiones más controvertidas, como la relacionada con la débil efectividad de los microcréditos en la lucha contra la pobreza (‘The miracle of microfinance? Evidence from a randomized evaluation’, 2015). De esta forma, la metodología de los premiados permite diseñar y valorar en mayor medida la efectividad de las políticas públicas y los esfuerzos de las ONG.  Es decir, las ayudas y programas específicos se dirigen a determinadas áreas no por intuición sino porque un experimento concreto confirma que es el área más efectiva. Esta metodología por tanto revoluciona enfoques previos en el estudio de la pobreza, si bien no es una receta milagrosa. La política social basada en experimentos es un camino largo y difícil, pero no existe otra alternativa, y al igual que en el campo de la medicina, la experimentación prolongada ha permitido salvar millones de vidas.

Un gramo de radio para seguir investigando

A nivel divulgativo, es muy ilustrativo su artículo ‘The Economic Lives of the Poor’ (2007) que se basa en un estudio de campo sobre 13 países y describe las incontables y complejas decisiones que las personas en el umbral de la pobreza deben tomar diariamente. Decisiones y, por tanto, renuncias. También muy recomendable su manual ‘Poor economics: A radical rethinking of the way to fight global poverty’ (2011) y la versión en castellano ‘Repensar la pobreza: Un giro radical en la lucha contra la desigualdad global’ como el TEDtalk de Esther Duflo para entender su enfoque empírico y concienciarnos sobre un problema que todavía padece el 11% de la población mundial. No en vano, en la Agenda 2030 de la ONU sobre Desarrollo Sostenible la Pobreza es el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 1.

Sobre cuál va a ser el destino de los fondos recibidos, Duflo recuerda que Marie Curie compró un gramo de radio para seguir investigando, y al igual que ella, aún deben averiguar cuál puede ser su gramo de radio.

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