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Promover la salud universalmente: en septiembre del 2019, se celebrarán 41 años de la declaración de Alma-Ata, que estableció como meta “alcanzar la salud para todos a través de la promoción de cambios políticos, técnicos y en la asignación de recursos”.

Se ha recorrido un largo camino que tiene dos grandes hitos en el presente milenio: los Objetivos de Desarrollo del Milenio (2000-2015) y los vigentes Objetivos de Desarrollo Sostenible (2015-2030).

En septiembre de 2000, se adoptó la Declaración del Milenio de Naciones Unidas por la que se establecieron los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) para el período 2000-2015, situando la salud en el corazón del desarrollo y representando una serie de compromisos contraídos por gobiernos del mundo entero para contribuir con más ahínco a reducir la pobreza y el hambre, dar respuesta a problemas como la mala salud, la falta de educación (también en materia higiénico-sanitaria y de prevención a nivel de salud pública), el acceso al agua salubre y la degradación ambiental. Tres de los ocho objetivos estaban directamente relacionados con la salud, y todos los demás tenían importantes efectos indirectos en ella.

En el año 2007, Margaret Chan, Directora General de la Organización Mundial de la Salud (OMS-WHO) basándose en el documento “La salud y los objetivos de desarrollo del Milenio: Los retos del futuro” y en datos del Comité de Asistencia para el Desarrollo de la OCDE, y también del OMS/ONUSIDA/UNICEF (“Aumento de las intervenciones prioritarias en el sector sanitario”; Ginebra, 2006) destacaba que la asistencia oficial para el desarrollo en el ámbito de la salud se había multiplicado por seis en términos reales, pasando de 1.700 millones de dólares de Estados Unidos en 1985 a 9.700 millones en 2005. Además, el número de mecanismos de financiación innovadores como, por ejemplo, el Servicio Financiero Internacional para la Inmunización, los mecanismos de garantía de mercado y UNITAID, seguían en aumento. En 2007, el azote mundial que representaba la mortalidad de los niños menores de cinco años descendió por primera vez por debajo de 10 millones de muertes anuales, al situarse aproximadamente en 9,7 millones. El aumento de la cobertura de las intervenciones, como la lactancia materna exclusiva, la vacuna contra la viruela, los complementos de vitamina A y mosquiteros impregnados de insecticida habían contribuido a este descenso. También, mencionaba otras acciones más sencillas y simples -pero de gran eficacia-. Por ejemplo, intervenciones asequibles contra la malaria -los medicamentos eficaces, la gestión integrada de vectores mediante el uso de mosquiteros impregnados de insecticida y la fumigación de interiores con efecto residual- que no llegaban a las personas que las necesitaban.

Según dicho informe de la OMS, se podían destacar estos aspectos fundamentales cuyas conclusiones están plenamente vigentes: 1) Salud y desarrollo (reconociendo que las inversiones en la salud debían incorporarse a una planificación más general del desarrollo social y económico). 2) Fortalecimiento de los sistemas de salud (mejorar la prestación de servicios sanitarios, acceso a la atención médica, fortalecer la atención primaria y dar una nueva orientación a los sistemas de salud). 3) Financiación sostenible, recursos flexibles que puedan prestar apoyo al sistema sanitario en su conjunto. Por ejemplo, la flexibilidad que ofrecen las actividades de Fortalecimiento de los Sistemas de Salud (GAVI/HSS) de la Alianza Mundial para el Fomento de la Vacunación y la Inmunización (GAVI). Las estrategias en salud deben establecer un vínculo claro entre la financiación y los resultados. 4) Acción común y armonización (aproximadamente un 20% del total de la ayuda para la salud se concede en forma de ayuda al presupuesto nacional o al del sector, mientras que hasta un 50% no forma parte del presupuesto). 5) Gobernanza y dirección (crear mecanismos que sean transparentes e inclusivos para que todos puedan rendir cuentas con arreglo a los acuerdos internacionales. La importancia de la rendición de cuentas y de la responsabilidad mutua debe de ser un compromiso cuasi vinculante y poder supervisar sus resultados). 6) La salud en Estados frágiles (debe prestarse mayor atención a los denominados “estados frágiles” que suelen sufrir el mayor índice de volatilidad, sobre todo durante la transición de la ayuda humanitaria a la financiación del desarrollo).

En 2015, una vez alcanzado el plazo límite, la ONU dio un paso más adelante, aprobando la Agenda 2030 sobre el Desarrollo Sostenible, una oportunidad para que los países y sus sociedades emprendan un nuevo camino con el que mejorar la vida de todos. La Agenda cuenta con 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que incluyen garantizar una vida saludable y promover el bienestar universal (Objetivo 3: "Garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades").

Al respecto, Antonio Guterres, secretario general de la ONU, declaró en 2017 en el seno del Foro sobre sanidad mundial en Tokio, que «la cobertura sanitaria universal significa precisamente eso: cuidados y servicios para todos. Acceso igualitario, cuidado de calidad, servicios asequibles. Nuestro objetivo debe ser proteger y promover el bienestar físico y mental para todos», e indicó que la ONU debe ayudar a los países al acceso a servicios sanitarios esenciales.

Actualmente, a nivel mundial, entre los mayores graves riesgos para la salud están las altas tasas de mortalidad materna, la mortalidad neonatal, la propagación de enfermedades infecciosas, y una mala salud reproductiva. En las últimas décadas, se han obtenido grandes avances en relación con el aumento de la esperanza de vida y la reducción de algunas de las causas de muerte más comunes relacionadas con la mortalidad infantil y materna, pero para lograr la meta de este Objetivo, que establece que en 2030 haya menos de 70 fallecimientos maternos por cada 100.000 nacidos vivos, se deberá mejorar la asistencia cualificada en los partos. Asimismo, para alcanzar el objetivo de reducir las muertes prematuras por enfermedades no transmisibles en un tercio para 2030 se requerirá aplicar tecnologías más eficaces de combustibles limpios para cocinar y educar sobre los riesgos del tabaco. Se puede ilustrar con unos datos:

Salud infantil. Según la ONU, cada día mueren 17.000 niños menos que en 1990, pero más de cinco millones de niños mueren cada año hoy en día antes de cumplir los 5 años. Desde 2000, las vacunas contra el sarampión han evitado casi 15,6 millones de muertes. Una conclusión relevante: los niños que nacen pobres tienen casi el doble de probabilidades de morir antes (respecto a los de las familias ricas) y los hijos de madres (con educación), tienen más probabilidades de sobrevivir que los hijos de madres sin educación.

Salud materna. La buena noticia es que, en las regiones en desarrollo, la atención prenatal aumentó del 65% en 1990 al 83% en 2012, y su consecuencia directa es que la mortalidad materna ha disminuido en un 37% desde 2000. Sin embargo, la tasa de mortalidad materna (la proporción de madres que no sobreviven al parto en comparación con las que lo hacen) en las regiones en desarrollo es todavía 14 veces mayor que en las regiones desarrolladas. También, debería atenderse a la necesidad de planificación familiar.

Respecto a VIH/SIDA, sirva el dato de que 77,3 millones de personas se han infectado con el VIH y 35,4 millones de personas han muerto de enfermedades relacionadas con el SIDA, desde el inicio de la epidemia. El VIH es la principal causa de muerte para las mujeres en edad reproductiva y la segunda causa más común de muerte entre los adolescentes, en todo el mundo. La tuberculosis sigue siendo la principal causa de muerte entre las personas que viven con el VIH (representa aproximadamente un tercio de los fallecimientos). En 2017, todavía 36,9 millones de personas convivían con el VIH, aunque los avances científicos son muy esperanzadores. Entre 2000 y 2015, la tasa global de incidencia de la malaria ha disminuido en un 37% y las tasas de mortalidad en un 58%.

También, es relevante el costo social y económico de la gripe (influenza) y su pandemia. Según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud, 650 000 personas mueren anualmente por enfermedades relacionadas con la gripe y este organismo recomienda que se priorice la prevención, incluyendo la vacunación.

Otro elemento relevante, es el agua potable y el saneamiento. Un dato: en 2019 todavía más de 2000 millones de personas en el mundo carecen de acceso a los servicios básicos de agua y saneamiento, según asegura el informe mundial de la ONU sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos. Las personas más vulnerables no cuentan con servicios de agua y a veces tienen que recorrer distancias muy largas para conseguirla, o pagar de 10 a 20 veces más por ella en comparación con sus vecinos ricos. Además, el derecho al agua se relaciona con la discriminación por motivos de género, edad y condición social. Además de ello, son relevantes otros factores como: mejorar el saneamiento y la higiene, aumentar el acceso a los servicios médicos, y especialmente, una financiación más eficiente de los sistemas de salud. El Objetivo 3.8 de Desarrollo Sostenible, que se plantea alcanzar para 2030, busca «lograr la cobertura sanitaria universal, en particular la protección contra los riesgos financieros, el acceso a servicios de salud esenciales de calidad y el acceso a medicamentos y vacunas seguros, eficaces, asequibles y de calidad para todos».

Para 2030, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) tratarán de poner fin a las epidemias del sida, la tuberculosis, la malaria y las enfermedades tropicales desatendidas y combatir la hepatitis, las enfermedades transmitidas por el agua y otras enfermedades transmisibles. Y en relación a ello, merece un capítulo de estudio aparte la contribución de instituciones filantrópicas como la Fundación de Bill Gates (Bill & Melinda Gates Foundation) creada en el año 2000 y que tiene un patrimonio destinado a salud pública y erradicar la pobreza extrema de más de 50.000 millones de dólares. Otros importantes donantes como Warren Buffett con una gran fortuna que ronda los 44.000 millones de dólares gracias a sus inversiones en bolsa. Guarda una estrecha relación con Bill Gates ya que ha donado el 80% de su dinero, 37.400 millones aproximadamente, a la Fundación Bill y Melinda Gates y otras cuatro organizaciones más.

«La salud es a la vez un resultado y un factor de progreso. Está en el centro de nuestra visión para un futuro sostenible, inclusivo y próspero», según la ONU. Por ende, la cobertura sanitaria universal, en el futuro, debe ser un factor de desarrollo económico

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