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Las ONG tienen necesidad de realizar transferencias de capital en moneda extranjera, debiendo gestionar el tipo de cambio de una manera eficiente, para que los fondos no resulten mermados

En cierto modo, las ONG son como empresas que trabajan en el sector  del comercio exterior: tienen necesidad de realizar transferencias de capital a sus delegaciones en países cuyas monedas no son tan líquidas como el euro o el dólar y que, por ese motivo, están sometidas a una gran volatilidad. Controlar este aspecto resulta primordial para este tipo de organizaciones, pues el efecto del tipo de cambio puede suponer que los fondos transferidos resulten mermamos al llegar a su punto de destino y, por consiguiente, también su capacidad para realizar actividades humanitarias.

Por esta razón, empresas especializadas en pagos internacionales y gestión del riesgo de divisa, como Ebury, que cuenta entre su cartera de clientes con un 30% de ONG, ofrecen apoyo y cobertura a estas organizaciones en la vertiente financiera exterior. Su labor consiste en analizar las necesidades de las ONG en este campo y recomendar la mejor estrategia de transmisión de fondos con el fin de maximizar su valor y reducir el impacto derivado de la volatilidad del tipo de cambio.

La mayor parte de las monedas de estos países receptores de ayuda humanitaria están encuadradas en la categoría de divisas exóticas, caracterizadas por un reducido volumen de negociación  y por conllevar un mayor riesgo a la hora de operar con ellas. Es decir, presentan una mayor volatilidad y una reducida liquidez. En estos casos, la forma de minimizar el riesgo pasa por planificar muy bien el calendario de pagos y cobros a lo largo del ejercicio y cerrar seguros de cambio para un determinado porcentaje de la exposición.

Un seguro de tipo de cambio consiste básicamente en un contrato a futuro de compra o venta de un determinado importe de divisa durante un periodo de tiempo establecido y a un precio específico. Este instrumento permite fijar el tipo de cambio de todas las operaciones en divisa hasta un periodo superior a tres años, proporcionando la tranquilidad de que las transacciones internacionales no se verán afectadas por la volatilidad del mercado.

De esta manera,  la organización sabe con antelación el escenario en el que se va a llevar a cabo la convertibilidad de los fondos a la moneda local y se pueden prever con exactitud los recursos económicos que serán recibidos en el destino. Pues, como reconocen las propias ONG con las que hablamos, no hay nada más frustrante que ver cómo sus fondos pueden resultar afectados por las tensiones de los mercados.

Por Duarte Líbano Monteiro, director general de Ebury 

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