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En un post anterior analicé las carencias de la RSE . Ahora, ¿cómo podemos resolver estas carencias? Para mí hay algunos factores clave:

  1. Los informes de RSE no dan una imagen real de las empresas. Necesitamos nuevos marcos que incorporen la contribución total de la empresa al bien común como un indicador definitivo de la sostenibilidad de la misma. “Doing well by doing good” es una gran frase, pero tenemos que ir al grano: es necesario desglosar todos los impactos de la empresa para saber si , después de todo, el impacto total es positivo o negativo. Hasta ahora tenemos, o bien indicadores que no son comparables entre empresas, o indicadores que no están interconectados y que no llegan a reflejar el desempeño sostenible de la empresa. El marco del GRI ha sido bueno durante un tiempo, pero no es suficiente. Nuevos marcos tales como la Economía del Bien Común, del que soy partidario, ofrecen nuevas perspectivas y nuevos retos y, en mi humilde opinión, son un buen paso en la dirección correcta.
  2. Hemos de centrarnos en el desarrollo de modelos de negocio sostenibles más que en el desarrollo de estrategias de sostenibilidad, que son importantes pero que no logran cambiar la situación real. Todas las empresas deben repensar a sí mismas y reconsiderar su modelo de negocio desde una perspectiva de sostenibilidad. Descubrirán un nuevo mundo de oportunidades de negocio que estaban escondidas. Desde start-ups hasta grandes corporaciones, todas ellas necesitan analizar sus cimientos y prepararse para lo que está por venir: satisfacer las expectativas de grupos de interés exigentes desde perspectivas cada vez más complejas. Ya hay buenas herramientas, como el business model canvas desarrollado por Alexander Osterwalder, pero no logran incluir directamente cuestiones cruciales como los retos sociales, económicos o medioambientales, o las expectativas de los grupos de interés – Hay nuevas herramientas que están por llegar, manténgase a la espera ;)
  3. Los grupos de interés requieren del apoyo de marcos legales efectivos y funcionales. En un mundo ideal, podríamos esperar que los gobiernos dieran ejemplo, primero a través de sus políticas de contratación pública; y, segundo, proporcionando, tanto a las empresas como a los grupos de interés, un marco regulatorio que, por una parte, recompense a las empresas que “se portan bien” y, por otra, provea a los grupos de interés con herramientas para que puedan organizarse y hacerse oír. Desgraciadamente, éste no es el caso en muchos países y, como no podemos esperar que la situación cambie, serán los grupos de interés los que deberán coordinarse para compensar el poder de las corporaciones. Las redes sociales ofrecen el mejor canal para que los grupos de interés puedan expresar sus demandas.
  4. No creo en imponer la RSE a las empresas pero la verdad es que, con el sistema actual, las empresas no se ven precisamente animadas a abandonar comportamientos “antisociales” que provocan externalidades negativas. En el futuro, las externalidades negativas dejarán de serlo para ser calculadas como costes de las empresas. El balance de la economía del bien común contempla este aspecto.

Modelos de negocio sostenibles que contribuyan al bien común, ésa es la clave para una RSE que contribuya al cambio efectivo.

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